Capítulo 22

932 141 49
                                    

—¿Cómo sé que no me estás mintiendo entonces?

Mo Ran bajó la mirada. Chu Wanning tenía toda la razón en desconfiar de él, pero le dolía bastante.

—Júzgalo tú mismo, ¿Crees que estoy mintiendo?

—Juzga entonces tú esto, ¿Creerías en una persona que ha estado mintiéndote todo este tiempo?

—Estoy siendo completamente sincero, lo juro —susurró Mo Ran.

Suspiró, con desesperación, miraba el suelo, luego a Chu Wanning, como si quisiera encontrar una prueba de la honestidad de sus palabras.

—Cuando Shi Mei me llamó aquella vez en la que fuimos a cenar y te dejé un buen tiempo esperando, en lo único que pensaba era en que quería volver contigo y pasar el tiempo contigo —dijo Mo Ran—. No siento nada más que una cierta ternura por Shi Mei, pero más allá de eso, no siento la necesidad de verlo, besarlo o querer estar junto a él como lo deseo contigo.

—¿Esperas que crea en ti solo porque lo dices? Mo Ran, nunca te esforzaste por intentar decirlo por lo menos.

—¡Wanning! —llamó desesperado—. ¡Te lo juro! ¡Haría lo que fuera por ti!

Dio un paso adelante, con intención de acercarse a Chu Wanning, más este le miró de reojo tomando la palabra. 

—Te dije que te quedaras ahí.

Mo Ran paró en seco.

—Chu Wanning.  Estoy siendo tan honesto como jamás lo he sido.

El mencionado negó con la cabeza, por lo que Mo Ran supo que no le creía en absolugo.

—Te amo, Chu Wanning, créeme, por favor. Te amo. Te amo —murmuró sus palabras con suavidad y ternura, temiendo que hubiera una mota de duda en ellas porque lo que decía salía de su corazón.

El menor siguió sin obtener respuestas, y realmente no sabía qué más podía decir. Ya no había confesiones, ni siquiera ese te amo que tanto había querido decir.

—¿Qué puedo hacer para que me creas? —pidió saber con la voz casi inaudible, queriendo evitar a toda costa que líquido cristalino brotara de sus ojos.

—Si tanto quieres que te crea, entonces vete y no vuelvas a buscarme.

Mo Ran no pudo evitarlo, expulsó rebeldes lágrimas recorriendo sus mejillas, se dio la vuelta intentando retener sus jipidos.

—¿Solo puedo alejarme de ti? ¿no puedes creerme aunque sea solo un poco? —su voz podía escucharse rota, incluso si intentó retenerlo, disimularlo.

—Sí. Vete.

—De acuerdo —dijo bajito, asintiendo con la cabeza, intentando en vano dejar de llorar. Le dolía tanto el pecho, que tuvo que morder sus labios para evitar dejar salir algún sonido de su boca que dejara al descubierto su llanto, de forma inútil pues se escuchaban los jadeos tenues que no había podido retener.

No tuvo tiempo de salir por completo cuando Chu Wanning se dio media vuelta, y lo llamó por su nombre.

—Espera un momento.

Mo Ran sostenía la puerta con su cuerpo fuera del hogar de Chu Wanning. Tenía la mirada baja, y su cuerpo temblaba ligeramente, debido al llanto que no podía retener.

Mo Ran jamás pensó que lloraría por una situación amorosa. Era difícil que se pusiera sentimental, pero también era verdad que jamás había amado tanto a alguien como amaba a Chu Wanning. 

—¿Pensaste que reaccionaría así cuando me enterara de que tu esposa en realidad era Shi Mei?

Mo Ran tardó en responder, no quería que Chu Wanning lo viera en ese estado tan vulnerable y sensible, y además sentía que no tenía el derecho de actuar así frente a la real víctima de sus mentiras.

—Sí, lo pensé —respondió después de sorber por la nariz.

Chu Wanning suspiró, acercándose un poco a Mo Ran hasta el punto en el que, si estiraba apenas un poco sus brazos, podría rodear a Mo Ran por la espalda.

—Lo lamento mucho, pero no eres el único mentiroso aquí.

Mo Ran se desconcertó por lo mencionado, retirando rápidamente las lágrimas de su rostro, aún si todavía no se atrevía a voltear y ver el rostro de Chu Wanning. 

—Siempre te dije que eras un pésimo mentiroso. Ni siquiera cuidabas que tus mentiras fueran encubiertas por algo, y te ponías nervioso en ciertas situaciones —explicó—. En realidad ya sabía que querías decirme algo, así que lamento tenerte en esta agonía.

Chu Wanning pasó sus manos por el abdomen del menor, colocando su mejilla en la espalda de Mo Ran.

—La primera vez que nos vimos, ya sabía que eras el ex esposo de Shi Mei. También sabía que me buscabas por su divorcio, y supuse que me habías ubicado porque sé que fuiste a la escuela a ver a Shi Mei.

Mo Ran dejó de llorar en seguida de haber sentido las manos del castaño, incluso una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

—Shi Mei no se dio cuenta, pero yo sí, eres realmente muy malo disimulando —sonrió.

—Pero no entiendo, ¿No quieres que me vaya ahora?

—Quería enseñarte a mentir adecuadamente  —bromeó, lo que desconcertó mucho más a Mo Ran, pues Chu Wanning no solía bromear—. Y también advertirte que puedo darme cuenta de tus mentiras.

Mo Ran soltó una pequeña risa por el comentario de su contrario, dándose la vuelta para encararlo.

—Sé que me dices la verdad porque desde el inicio sabía quién eras—. Colocó sus pálidas manos en las mejillas del más alto—. Y, ya que estamos en esto, tengo que confesar que seguí tu juego porque si te enterabas de que Chu Xun era el real interés de Shi Mei, podría haber tenido un final distinto a este, así que, si tu intención era dañar a la persona que ama Shi Mei, estaba bien para mí siempre y cuando Chu Xun estuviera bien.

Mo Ran no supo que decir. Le conmovió y molestó en partes iguales. No era una molestia por saber que Chu Wanning desde un principio sabía todo, sino que, Chu Wanning siempre aguantaba todo solo, sin siquiera darlo a relucir ni esperar nada a cambio.

Esta persona era tan dulce a la vez que era fuerte, aunque también creía que era un perfecto mentiroso, tratándose especialmente de sí mismo, aparentando ser un bloque de hielo cuando es un tierno loto que merece la felicidad plena.

—Te perdono por haberme ocultado esa información sobre Shi Mei, sin embargo, dime, ¿Me disculpas por haberte mentido? No volverá a pasar.












Solo queda el epílogo quq

Pésimo Falaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora