"El relato espeluznante"
—Velor di o mundis —dijo aquel fornido hombre con un acento diferente.
La confusión que impactó contra mí luego de escuchar esas palabras provenientes de las nuevas lenguas fue descomunal.
El supuesto "Miriom El Pequeño", que había resultado no ser tan pequeño, luego de casi matarme por asfixia me volvió a ubicar en el suelo diciendo esas palabras iniciales que, aunque notoriamente sabía que significaban no tenían ningún sentido coherente para mis entendederas.
—¿Qué ha dicho? —emitió con claro desconcierto Redma detrás de nosotros.
—Eres más guapo que tu abuelo —dijo al fin Miriom en un idioma más admisible para la ocasión, aunque algo igual de desconcertante para mi persona ya que no tenía ni la menor idea de su vínculo con el abuelo y aunque no me sorprendía seguir descubriendo cosas del pasado del abuelo al menos esto si figuraba algo.
—A mí no me dio tiempo a decírselo —expuso riendo Redma que se había acercado hacia debajo del techo de la herrería para protegerse de la perpetua lluvia que comenzó de un momento a otro.
Eso tenía el clima de Genaldia, era totalmente impredecible a excepción de las incesantes nieves cuando ultimaban los años en los antiguos calendarios, siempre eran más que esperadas, aunque murieran muchos congelados infortunadamente y se perdieran miles de hectáreas suprimiendo los básicos vegetales que los trabajadores de las montañas altas en la región de Los Drechos lograban cultivar con tanto sacrificio.
—Pensé que ibas a demorar más, aunque el viejo Mesto tuviera tanta fe en ti siempre me pareciste un debilucho de brazos flacos, paliducho y extenuado. Al menos has crecido... un poco —dijo Miriom sin piedad alguna.
—¿Dónde conociste al abuelo Mesto?
—Acompáñenme dentro y os contaré algunas cosas interesantes, quizás haya sobrado lumpus de la cena.
—Verás yo sólo quería saber por qué un Señor Cantor me entregó su nombre en un papel así que...
Redma se acercó a mí y dejándome asombrado por su nivel extremo de confianza efectuó un codazo contra mi costilla diciéndome al oído:
—Es de mala educación no aceptar las invitaciones en Genaldia —masculló próximamente.
No insistí más y sin más dilación entramos a la cabaña equivalente a las otras tantas de este poblado pasando por toda la herrería llena de grandes yelmos y un monto de hierros oxidados que desprendían igual olor para poder llegar a esa enorme puerta que nos permitía el acceso al interior de su hogar.
Cuando traspasamos la monumental puerta de madera lo primero que hicieron mis ojos fue mirar hacia la derecha y atar cabos al ver un Señor Cantor aposado en un tablón puesto para él lustrando sus plumas de manera apática.
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El Último Heredero [EN PROCESO]
FantasyArio Di Vemus, último heredero de la familia Di Vemus. Ha vivido desde que era un bebé en la apartada choza en el bosque junto a su abuelo Mesto, el cual se ha encargado de enseñarle magia, hechizos y tácticas de lucha. Todo para prepararlo para un...