Capítulo 23

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El señor no respondió, dormía tan profundo que parecía muerto. Matt y yo decidimos dejarlo descansar así que subimos a su habitación.

—¿Crees que es realmente mi padre? —pregunté, más nerviosa de lo que pensaba.

—No estoy totalmente seguro; aunque, solo hay una forma de averiguarlo.

Me senté en su cama sin previa invitación y puse mi cara entre mis manos. No sabía que hacer o como sentirme. Si este es realmente mi padre... ¿Qué va a pensar cuando me vea? ¿O cómo va a reaccionar mi madre? Todo esto me tenía desorientada.

Sentí a Matt a mi lado y giré a verlo. Él entrelazó sus dedos con los míos y me dijo que todo iba a estar bien. Decidí creerle, ya que eso me hacía sentir mejor. Apoyé mi cabeza en su hombro y duramos así un buen rato, en silencio, solo él y yo.

—Oye, ¿Qué tal si vamos al mall? Nesecito despejar mi mente —dije, con una voz adorable de niñita buena.

—Creo que es genial —dijo Matt y me dio un beso en los labios. Sonreí y nos quedamos mirando a los ojos unos pocos segundos hasta que Matt me tomó por sorpresa y dijo:

—¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que eres? —me quedé congelada y sentí como mis mejillas tomaban color. Nunca me lo había dicho, más bien, nadie me lo había dicho. Esta vez fue mi turno de besarlo, aunque tuve que ponerme de puntillas para poder alcanzarlo.

Salimos de su casa y mi supuesto padre seguía dormido. Caminamos por la plaza agarrados de manos y riendo. Parecíamos la típica pareja adolescente que todo el mundo se queda mirando.

Nos sentamos en unas sillas y Matt me dijo que esperara, él iba a comprar unos helados. Me quedé mirando a todo el mundo, aunque me detuve al ver un padre lanzando a su hija de unos 4 o 5 años al aire. Tenía esa edad cuando mi padre nos abandonó. Estiben tenía tan solo meses de nacido. Esa imagen en mi cabeza me hizo sentir nostálgica.

Luego, por fin llegué a la realidad. Recuerdos de mi padre revolvieron mi cabeza y me pregunté como fui tan estúpida para creer que podía volver a verlo. Los principales recuerdos fueron de el hablándole mal y golpeando a mamá, llegando ebrio a la casa y demás cosas. Cuando pequeña no podía captar aquellas cosas pero sí las veía. Ahora, a los 16 años, es que entiendo que mi padre era un bastardo.

Matt llegó a la mesa con dos helados y no supe que estaba llorando hasta que dejo los helados en la mesa, se acercó a mí y limpió mis lágrimas. Me sentía tan mal por creer que realmente podíamos empezar de nuevo y ser una familia.

—Oye, ¿qué te pasa? No llores —me dijo Matt realmente preocupado por su tono de voz.

—Me pregunto como fui tan estúpida para creer que él me querría. Mientras te fuiste, a mi mente llegaron recuerdos de mi padre y todos fueron malos. Ya no estoy segura de querer conocerlo.

—¿Qué crees que debes hacer?

—Cuando llegues a tu casa, dile que ya no lo quiero conocer —dije y Matt pareció entender. Salimos de allí y nos dirigimos a mi casa.

Al salir del auto, escuché algunos gritos de mamá, como si estuviera peleando con alguien...

Créditos: Madeline Pérez

Amor Sin Condición [Matt Hunter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora