La luz que entraba por la ventana irrumpía en todo el cuarto, el sol esa mañana parecía tener las mismas emociones fuertes que yo sentía en la noche, que aún brotaban gran parte de ellas en mí. Jhon no estaba en la cama, me vestí con algo de pereza y sin ninguna presencia que me dijera lo que tenía que hacer, sin presiones, si no cumplía al pie de la letra todo no había castigos, era un ser nuevo, distinto que me impresionaba. Descendí por las escaleras y pude encontrarme en el comedor con él.
—Te he preparado el desayuno —expresó Jhon.
Ese hombre era muy particular, incluso en esa época, tal vez resultaba imposible encontrar una persona así. Yo había tenido suerte de cruzarme con él en mi vida.
—Gracias, no era necesario —manifesté sorprendida.
—Para ti, todo es necesario —me ruboricé, era demasiado romántico.
—No sé qué decir...
—No tienes que hacerlo en este momento, al mediodía se decidirá en el senado si los esclavos son libres. Estoy seguro de que mucha gente será libre hoy —expresó Jhon convencido.
—Ojalá tengas razón, mi comunidad no puede seguir teniendo ese tipo de vida.
—Después de desayunar iré a averiguar qué sucede, en cuanto vuelva te avisaré que sucedió en el senado y traeré comida. Así que te voy a pedir que te quedes aquí y no salgas —dijo Jhon, yo asentí.
Más tarde Jhon se retiró aproximadamente a las once de la mañana y yo quedé en la casa de él recordando como era mi rutina en la plantación. Me levantaba a las siete de la mañana, alimentaba las gallinas que teníamos. Por suerte no me tocaba asesinarlas, después de ello desayunaba la ración diaria que nos daba el patrón, nos dedicábamos a cultivar y a plantar toda la mañana, comíamos y en la tarde lo mismo, había que dejar preparado todo para exportar.
Siempre estábamos siendo controlados por los guardias del patrón y se quejaban si nosotros realizábamos lenta nuestra tarea. No era fácil, si alguien se equivocaba o se hacía el rebelde era castigado. En la tarde y en la noche era cuando descansábamos, sin embargo, la tensión siempre estaba presente.
Pensar en esas cosas me hacía mal, pero si ese día los esclavos eran libres todo cambiaría, sería un recuerdo que serviría para recordar lo que viví y para convertirme en la persona que soy hoy. Gracias a ellos aprendí muchas cosas y no debo olvidarme de mi pasado.
Ya era la una de la tarde y esperaba ansiosa a Jhon, el día estaba cada vez más agradable, la brisa caliente del sol se apoderaba de todo lugar que tocaba.
La puerta se abrió, las noticias comenzaron a brotar de los labios de Jhon con total suspenso.
—Bueno tengo noticias nuevas recién salidas del horno —dijo serio deslumbrando tensión en su rostro.
—¿Qué ha pasado? ¿Sigue la esclavitud? —pregunté con temor.
—He hablado con un amigo que trabaja en la iglesia cercana de aquí y me ofreció un trabajo que podías hacer. Bueno, no solo tú, tu hermana podría ir también —
—¡Ah que bueno! Pero Jhon... —me acerqué a él con temor y continué hablando—, ¿somos libres?
Jhon liberó una sonrisa que la tenía aprisionada, me abrazo con una emoción despampanante y me dijo:
—¡Eres libre! ¡Todos son libres! Y en Jamaica hay buenas noticias, parece que también lo serán, todo sucederá en cuestión de días. Estoy muy feliz por tu comunidad.
El regocijo y el festejo corría por toda la casa, era una sorpresa tan grata que la necesitaba, más felicidad que ese momento no podía sentir.
Mi vida había dado una vuelta de trescientos sesenta grados, un cambio repentino que no podía ser superado por nada en el mundo, pero aún tenía curiosidad.
ESTÁS LEYENDO
La Emancipación de Tania
Short StoryLa esclavitud sigue azotando la realidad de Tania, pero se le presenta la oportunidad de escapar e irse a un pueblo donde comenzará su nueva vida. Su difícil pasado y los problemas que le ocasionaron en su mente afectan todo lo que le sucede en la a...