Esa misma tarde pasó algo que cambiaría mi vida por completo, cuando almorzábamos el día estaba agradable, soleado y hermoso, pero después de que me levanté las nubes comenzaron a rugir y colapsaron en lluvia. Era una triste tarde donde mis dolencias seguían, sentirme traicionada por Jhon hacía que viera la realidad más oscura de lo que era. Me encontraba en la cocina comiendo, mientras las otras cuidadoras estaban con los niños en la sala principal porque al patio no podían ir con ese tiempo. Escuchaba golpes fuertes que no sabía distinguir si era la puerta principal del orfanato que sonaba o eran los truenos que me hacían temblar cada vez que retumbaban. La curiosidad me invadió, fui a la puerta principal y escuché los golpes.
—¡Ya voy! —grité y dejaron de golpear bruscamente.
Cuando abrí no había nadie, comencé a escuchar unos gritos, descendí mi cabeza y cubierto entre unos trapos observé que era un bebé. Lo habían abandonado, lo habían despreciado como lo hicieron con mi gente, vivía en carne propia una situación común que debían vivir en el orfanato, para mí ese niño era diferente. Él aparecía en un momento de mi vida donde yo me sentía más frágil y desamparada, podía sentirme como él en ese momento.
Pude observar que a su lado había una carta con él.
«No puedo cuidarlo, no nací para esto. Lo siento» firmado por Alison.
Agarré la canasta donde se encontraba el bebé y lo llevé a la cocina. Las demás cuidadoras escucharon los gritos de él y vinieron a ver que sucedía.
—¿Qué pasó? ¿Un bebé? —preguntó la encargada.
—Lo dejaron en la puerta con una carta, la madre se llama Allison —le dije a la encargada y ella quedó pensativa.
—Puede ser que la madre sea la que yo creo que es, averiguaré esta semana, lo más seguro es que sea ella, tendremos que cuidar del bebé. ¿Tiene nombre? —preguntó la encargada con curiosidad.
—Esta tarde a punto de convertirse noche me recuerda al principio de un poema que me leía mi padre cuando yo era niño. El poeta se llamaba Edgar, y ese considero que será su nombre, Édgar. Él será único y diferente —expresé yo emocionada, todas me miraban sorprendidas, tal vez por el bebé o por como yo actuaba en ese momento. Yo sabía que había nacido para cuidarlo, él era mi destino.
No sabía cuidar niños, pero ese día cambiaría mi vida para siempre y comenzaría a ser la cuidadora que necesitaba ese orfanato.
Ese día había terminado, vestí al niño y lo dejé en su canasto, tenía que descansar porque el día había sido largo para mí.
Me desperté temprano en la mañana y la encargada me dio un biberón para alimentar a Édgar, comencé a cuidarlo, alimentarlo, era como si fuera mi hijo. Todas me veían más contenta que el día anterior, además cuidar ese niño se había convertido en parte de mi trabajo.
Estaba en la cocina alimentando a Édgar y Carla se acercó.
—¡Que lindo ese bebé! Tendremos que conseguir que una familia lo adopté —observé a Carla con furia y ella cambió el tono de voz—, es muy difícil porque no sabemos quién es la madre. La encargada me dijo que podría ser una prostituta y que el padre podría ser un hombre borracho que se encuentra en otro barrio vecino de este. Si llegan a ser esos sus padres ya mancharon a este bebé. La gente no adopta a niños que vengan de padres así —manifestó Carla.
La apariencia, todo el mundo se resumía a eso. No me importaba lo que mostraban ser, sino lo que eran. Aparte de eso no quería que Édgar se fuera.
—La verdad que a mí no me interesa de donde venga, él no tiene la culpa de que sus padres sean la escoria de esta ciudad —mencioné enojada.
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La Emancipación de Tania
ContoLa esclavitud sigue azotando la realidad de Tania, pero se le presenta la oportunidad de escapar e irse a un pueblo donde comenzará su nueva vida. Su difícil pasado y los problemas que le ocasionaron en su mente afectan todo lo que le sucede en la a...