Capítulo 6- SA

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— Yaaa—dijo Virginia achinando más los ojos— entonces no fuiste a clases y te quedaste con el maldito ese...Creo que es hora de conversar.

Las chicas estuvieron a punto de saltar cuando el reloj sonó avisando la entrada a clases- era un viejo artefacto que, desde la torre, hacía las veces de reloj y timbre, dando campanadas la mayor parte del día - entonces recordaron que el próximo curso lo daba Alanna. Apuraron el paso y lograron entrar a la sala justo cuando la guía estaba a punto de cerrar la puerta. No hizo amago de sonreír, el cinturón de unicornio parecía sobresalir aún más que la última vez y Serena cruzó los dedos para que todo saliera bien. "Si me escuchas, V, por favor no digas nada", intentó transmitirle a su amiga. ¿Cómo sabías que me dicen V? preguntaría después la chica, generando dudas en Serena.

La clase de Alanna consistía en provocar a los y las alumnas, con situaciones molestas a la espera de fortalecer la voluntad. Si alguien insultaba, el receptor del insulto no debía darse por aludido; si deseabas ir al baño, debías aguantarte las ganas aunque fuese cruzando las piernas; si no entendías algo te levantabas del asiento alzando la mano sin siquiera respirar hasta que ella te diera la orden de hablar. La clase consistía en explicar las estrategias de los imperios conquistadores: desde los ostrogodos, los visigodos y los francos, pasando por Napoleón y la colonización de Latinoamérica. Serena se preguntó si no hubiera sido mejor que la mandaran a una escuela militar. Recordaba que a un compañero de curso que había chocado el auto a su mamá conduciendo borracho, lo enviaron una temporada a la milicia y cuando volvió, era un ser humano robot. Todo era demasiado cuidado y perfecto, pero seguía teniendo una mirada malvada. Al recordarlo, se le erizó la piel. No, mejor sobreviviría a esto.

Las chicas no movieron la vista ni un minuto de su guía, pero escuchaban murmullos detrás de ellas. Cuando Serena se dio vuelta para hacerlos callar, descubrió a David a punto de reír por un dibujo hecho por Christian, donde las curvas de la profesora sobresalían del papel. La mirada de Serena los hizo guardarse la carcajada y ambos apoyaron la cabeza en las manos con seriedad para "seguir escuchando".

— Bien tarado el par de malditos. Escuché sus risitas y comentarios—dijo Virginia con las manos en las caderas y el mechón cayendo sobre el ojo derecho, al salir de la sala.

— Oye, ¿qué onda contigo? No te hemos dicho nada—respondió Christian y David lo secundó asintiendo mientras cerraban la puerta.

Los cuatro caminaron por el pasillo de baldosas rojas, en medio del bullicio de otros alumnos que salían de clases hablando y riendo. Serena les indicó, con un gesto, que se reunieran más lejos. En el trayecto descubrieron una tienda que no habían visto antes.

Esta vez fue ella la que habló.

—A nosotros nada, pero si nuestra guía los sorprende, lo más seguro es que la tome con el grupo.

—Ahhh, ahora somos grupo.

—No te hagas...claro que somos grupo, llegamos juntos, somos los nuevos, somos los ignorantes, somos...

— Tal vez tú, pero nosotros no somos todo eso— comentó a media voz David, mirando de frente a V.

— Ya ¿podemos dejar de pelear, por fa? Tengo algo que contarles, es importante.

Entonces Serena preguntó qué sabían de las ramas. Ninguno de los tres había oído del tema. Los padres de Christian no le explicaron, sólo dijeron que ya no podían con su carácter y lo enviaron al Instituto recomendado por unos amigos; David era huérfano y el cura que consiguió la beca después del accidente de sus padres, tampoco mencionó una palabra. Se hizo silencio.

—Tengo una buena noticia y una mala — anunció Serena.

—Yaaaa, suéltalas, de una vez.

—Todos somos vampiros— explicó Serena con actitud calmada.

—¿¿¿Qué??? — exclamaron los tres al mismo tiempo.

—  No me gusta tu broma. Vamos, David, esta mina está ...— empezó a decir Christian haciendo círculos con el dedo índice en la sien.

—¡Estás mal de la cabeza!— aseguró V.

— Y tú me lo dices, tú que lees...—Serena calló — Oye ¡no te vayas! ¡No se vayan!—rogó mirando a V que tenía la boca abierta y la expresión perdida —No estoy loca, déjenme contarles.Después pueden irse si quieren.

Los invitó a sentarse en el pasto y repitió la historia de Vinnie. Contó que él se había burlado de ella en un principio, luego que le había explicado lo que realmente pasaba en el Instituto. Había dos ramas, la de sanadores (SA) y la de vampiros energéticos (VE). Virginia recordó los carteles del baño y se dispuso a poner atención. No era una persona crédula, pero las señales eran importantes para ella.

El viento comenzó a soplar con fuerza y los chicos tuvieron que correr para guarecerse bajo los arcos del pasillo.

— El viento es parte de nuestra historia —dijo —si no la aceptamos, jugará en contra nuestro. Por favor, abran su mente. Podemos sanar y sanarnos.

La expresión de los chicos fluctuó entre el miedo y la incredulidad. Serena miró a V. "Entra", ordenó y comenzó a recordar cuando había dado reiki al hamster de su hermano, la vez en que se había golpeado con un a roca en el golfo saliendo incólume; o la oportunidad en que cayó de cabeza con su bicicleta en un barranco para levantarse en segundo.

—Es cierto— dijo V.


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Hijos de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora