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Van en el jet privado de la empresa, dirección Seúl, donde estarán unos días antes de ir a Hong Kong, Taiwán, Japón, Tailandia y Vietnam, por ahora. Saint se siente nervioso. Zee ha estado demasiado tranquilo y lo trata de manera distinta, no está seguro del porqué, pero lleva dos días que se le queda mirando sin decir nada.

- ¿Está todo arreglado para cuando aterricemos?

-Si señor. Nos llevaran al hotel, dejamos las cosas, nos duchamos e iremos al restaurante donde el señor Joos Wayar nos espera. Tenemos tiempo de sobra.

-Hay mucho tráfico, ¿estás seguro de que dará tiempo?

-Por supuesto, vamos en helicóptero al hotel y de este en un coche particular del hotel, al restaurante.

-Bien, nada que objetar. Toma estos documentos, quiero que estés bien informado de mis intenciones, esta reunión es muy importante, tenemos que dar buena imagen.

Mientras Zee se duchaba, Saint deshizo las maletas y ordenó todas las cosas de ambos, así como separó la ropa que quería llevar a la lavandería. Tras eso y viendo que ya podía ir a ducharse corrió al baño, cuando entró en su dormitorio sobre la mesa ya estaba colocado cada cosa que había decidido que usara, entre ellos los calzoncillos y calcetines. También encontró el caramelo.

-Es demasiado controlador y un dictador. -Refunfuño mientras se ponía todo e iba al salón a encontrarse con su jefe.

-Deja que te vea, bien da una vuelta. Perfecto. Ya podemos irnos.

Abrió la puerta de la suite para que Zee saliera y salió disparado para llamar el ascensor, mientras bajaban e iban al coche que los llevaría al restaurante, Fer no dejaba de dar órdenes y hablar de lo que tendría que ir preparando para los próximos días.

Llegaron un poco antes que sus anfitriones, el señor Joos Wayar apareció junto a su mano derecha Kao Noppakao, Saint no pudo evitar asombrarse al ver al hermoso hombre, ambos iban elegantemente vestidos con unos trajes impresionantes, pero aparte Kao Noppakao, alto, elegante y con una perfecta sonrisa, todos giraban la cabeza a su paso.

La cena se le hizo a Saint muy entretenida, mientras su jefe hablaba con Joos Wayar, Kao Noppakao estuvo hablando con él. Le contó mil anécdotas y parecía decidido a hacerle reír y que se divirtiera. Cuando fueron a tomar unas copas y seguir hablando, se sentaron juntos. Saint estaba sorprendido, porque siempre le habían dicho que los coreanos eran reacios al contacto físico, pero la mano de su acompañante se posaba en su pierna, en su hombro y hasta le hizo cosquillas en la nuca.

Su jefe le estaba lanzando alguna que otra de sus miradas llenas de disgusto. Pero Saint no sabía que estaba haciendo mal. Solo hablaba y se dejaba llevar por el señor Noppakao, respondió preguntas del ámbito personal, sobre la universidad y cosas así, nada de trabajo o negocios. Así que se sentía un poco incómodo por el evidente enfado de su jefe.

Tratando de ignorar lo incómodo que estaba, bebió más de lo que normalmente hacía, se sentía relajado con cada copa nueva que iba vaciando. En cierto momento se disculpó para ir al baño, pero el señor Noppakao dijo que también necesitaba ir, así fueron juntos.

En el estrecho pasillo, esperaban a que saliera el ocupante del baño, cabezas pegadas, tratando de entenderse sobre la escandalosa música, Saint ríe feliz. La mano del señor Noppakao lo sostiene de la parte baja de la espalda, ayudando a que mantenga el equilibrio. Se ríe relajado con otra broma del coreano, hacía semanas que no se sentía de tan buen humor.

Sus miradas se encuentran, no sabe por qué, pero siente como su corazón se salta un latido, deja de escuchar todo el barullo, se siente embriagado por la sesgada mirada del hermoso hombre, este empieza a bajar la cara a su altura.

-Saint, ¿no vas a entrar al baño? ya han salido, apresúrate. -La helada voz de Zee le sacude, siente un estremecimiento por su espina dorsal. -Entra ya.

-Ya voy señor. -Se apresura a entrar al baño. Cuando sale, nadie está en el pasillo, al acercarse a la mesa solo está Zee. - ¿Ya se marcharon?

-Sí, pero nosotros nos quedaremos a beber un rato más.

Pasan un rato hablando y bebiendo, poco a poco Saint se va relajando con su jefe, los dos hablan normalmente, la voz de Zee es cálida y risueña en estos momentos, Saint se sienta acomodado y se apoya en el cuerpo de su jefe, se le van cerrando los ojos.

-Saint despierta, venga, estamos en el hotel, despierta.

Cuando entreabre los ojos comienza a reír a carcajadas, Zee le lleva en brazos, ambos subiendo en el ascensor y su cabeza apoyada en el hombro de su jefe, se deja caer contra el hombro de Zee mientras este le ayuda a ponerse en pie sobre sus piernas.

Completamente sujeto por su jefe los dos entran en la suite, Zee le acompaña al dormitorio para evitar que algo malo le pase a su secretario.

-Oye Zee, ¿qué te pasó antes?

- ¿Antes?

-Cuando fui al baño. No de antes, llevas toda la noche mirándome muy mal.

-Llevas toda la noche coqueteando con el señor Noppakao , no me ha hecho ninguna gracia.

- ¿Qué dices coqueteando? anda ya. -No pudo evitar reír a carcajadas. -Eso es imposible.

-Casi se besan, si no les hubiera molestado en el pasillo te habría besado. -La voz de Zee volvió a ser dura.

-No entiendo porque te enfadas, no sabía que detestaba a los homosexuales, aunque en verdad yo no he estado nunca con otro hombre.

-Me da igual la preferencia sexual de la gente, lo que me molesta es que alguien ponga sus sucias manos sobre lo que es mío y tú lo eres.

- ¿Estas celoso?

-Claro que lo estoy, ese tío pretende hacerte cosas que yo no te he hecho.

-Pues hazlo, no veo cual es el problema. -Saint borracho se acerca a su enfadado jefe, nunca se le habría acercado si no fuera por todo el alcohol que tenía en su cuerpo. -Si tanto quieres, hazlo.

-No pienso hacer nada con un borracho, mañana dirías que te forcé.

Saint se puso de puntillas y rodeando el cuello con sus brazos se besaron con suavidad, Zee no pudo resistir mucho más de ese beso tan dulce. Su lengua invadió la boca que se abrió ante su ataque, saboreo el fuerte sabor a alcohol de Saint, le estrechó en un ardiente abrazo mientras profanaba con ansias su exquisita boca.

Jugó con su oreja y bajó por el cuello, mientras las piernas de Saint cedían ante el ataque de placer que sus sentidos estaban sufriendo, jadeaba mientras Zee le iba quitando la ropa para así poder pasar la lengua por su blanca y rosada piel.

-Saint, vamos a la ducha.

-No quiero parar, me gusta lo que estás haciendo, sigue.

-Seguiré, nos duchamos juntos mientras te sigo saboreando.

-Seguiré, nos duchamos juntos mientras te sigo saboreando

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