𝑬𝒙𝒕𝒓𝒂 𝒕𝒘𝒐

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Evangeline Lumière, Después de James.

—¿Lista? — pregunté.

—Lista. — respondió. Estábamos en la casa Cullen, hoy es el día en el que convertirán a Bella en uno de ello.

—Bien, esto será doloroso. — empezó a hablar Carlisle. — Pero te pondremos un cesante y luego te trasformare, ¿De acuerdo? — le preguntó a Bella.

—De acuerdo. — asintió insegura y tomé su mano.

—Tranquila Bels. — susurré para nosotras, aunque es inútil, todos pueden oírnos.— Todo estará bien.

—Gracias por estar, Evangeline. — me siento y apretó mi mano.

—Será mejor que se despidan ahora. — dijo Esme.— No podrán verse hasta que Bella sepa controlarse a la perfección. — explicó.

—¿No podremos vernos? — preguntó.

—¿En ningún momento? — pregunté.

—No, en ningún momento. — respondió Carlisle. — Una vez despierte la llevaremos a Alaska. — dijo preparando la aguja

Bella y yo nos miramos. Nos dimos un pequeño abrazo y Carlisle le puso el sedante.

—Suerte... — susurré antes de que se duerma.

Una vez se durmió por completo, Carlisle la mordió en ambas muñecas y en el cuello. Se movió un poco e hizo una mueca de dolor, pero no más que eso.

—¿Cuándo despertara? — le pregunté Esme.

—En tres días. — respondió. — Antes de que despierte la vestiremos y arreglaremos. — explicó.

—¿Puedo ayudar? — pregunté.

—Si, ven mañana, así empezaremos. — me sonrió y salió del cuarto.

—¿Tomará mucho para que se controle? — hija mirando a Carlisle.

—No sabía decirte. — respondió. — Depende de la fuerza de voluntad de cada uno.

—¿Qué pasa si nunca logra controlarse? — pregunté viendo a Bella.

—Es mejor no pensar en eso. — dijo poniendo una mano en mi hombro y saliendo del cuarto.

—No puedo esperar a verte otra vez... — le susurré. Le di un beso en la frente y salí de la habitación.

Baje las escaleras y estaban todos los Cullen allí. Apenas vi a Edward me acerqué a abrazarlo.

—¿Cómo te fue? — pregunté.

—Bien, Emmett consiguió un oso enorme. — sonrió.

—Y delicioso. — aportó Emmett desde el sillón.

—Pobre osito... — hice puchero y Edward se rio.

—Si, pobrecito. — me besó.

—Me dan diabetes. — dijo Rosalie pasando por nuestro lado y sentándose junto a su novio.

—Ustedes igual. — dijo Jasper pasando. Extendí mi mano y chocamos los cinco.

Esa tarde me quedé a comer y antes de irme pasé a ver a Bella para saber cómo estaba. Según Carlisle todo está bien, así que me fui a casa un poco más tranquila.

El día siguiente llegue a la casa Cullen alrededor de las cinco de la tarde para ayudar a preparar a Bella.

—Holis. — salude apenas entre a la casa.

—Evangeline, hola. — Esme me abrazó.

—¿Y mi vampirito? — pregunte correspondiendo el abrazo.

—Fue a cazar algo, quiere pasar el finde de semana contigo. — respondió sonriendo.

—De maravilla. — dije sonriendo.

Ambas fuimos, junto con Alice y Rosalie, al cuarto donde se encontraba Bella.

La vestimos con un hermoso vestido color coral, unos zapatos a juego, la maquillamos y peinados. Se veía hermosa.

—Evangeline, tú la conoces un poco más, ¿Qué opinas? — preguntó Rosalie.

—¡Me encanta! — dije sonriendo y asintiendo.

Después de que me fui ese día no volví a pisar la casa Cullen, según Carlisle, Bella podría despertar en cualquier momento y no es buena idea que yo esté allí.

Al día siguiente, cerca de la medianoche, me llego un mensaje. Bella está despierta. 

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