LA REINA

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LA BODA

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LA BODA

1ª PARTE

LAYLA

Seguro están pensando "Estos chicos tontos. Se embarazaron jóvenes y creyeron que la vida sería fácil", pues no. Enamorarme del bufón de la clase no estaba dentro del plan. Un plan que mis padres habían creado para su primogénita.

Al terminar el instituto, la perfecta Layla se mudaría a Ottawa, donde estudiaría en una de las universidades culinarias más calificadas y después de graduarse sería dueña de un lujoso restaurante... Oh, pero la vida no se planea, eso lo aprendí a la mala.

Y no, no me arrepiento de nada. Por desgracia, cuando mis padres se enteraron de mi embarazo, me dieron la espalda, se deslindaron de todo lo que tuviera que ver conmigo. Dijeron que era una deshonra para la familia y una burla para la educación que me habían dado. Me quitaron mi auto y me echaron a la calle cual vagabunda: sin nada de nada más que la ropa que llevaba puesta.

Fue el peor día de mi vida.

Tenía tanto miedo, estaba enojada y perdida, sin embargo, no estaba sola. Liam se encontraba a mi lado, sujetando mi mano, repitiendo una y otra vez que todo mejoraría: "Vamos a estar bien, lo prometo." "Juntos, Lay, no importa qué pase."

«Juntos».

Liam siempre me pareció un chico insoportable con fama de donjuán, pero inevitablemente me enamoré de él y sus ocurrencias. Cada sonrisa, cada chiste, cada risa que emitía, fueron como medicina para mi alma en pena.

Fue muy difícil, dos chicos que apenas acababan de cumplir los 18 años convirtiéndose en padres, yéndose del lugar en donde crecieron, repartiendo su tiempo entre el trabajo, los estudios y criar un hijo. No dormíamos, comíamos cuando nuestros estómagos lo rogaban y vivíamos preocupados la mayor parte del tiempo.

Eso sí, juntos. Siempre juntos. Aunque no tuviéramos tiempo para nosotros, ni un solo segundo a solas y pasáramos de ser un par de adolescentes con la hormona alborotada a dos adultos responsables por y para nuestro hijo.

El pequeño Owen. Cuando vi esa pequeña bolita de carne por primera vez, supe que todo había valido la pena, no importa cuánto nos costará, Liam y yo le daríamos el mundo.

Por suerte, los padres de Liam y nuestros amigos no nos dejaron atrás. Tenemos a personas que cuidan de nosotros y nos aprecian. Tal vez nunca vuelva a ver a mis padres y espero que cuando mi hermana pequeña, Irina, crezca y entienda que no me fui porque yo lo quisiera; desee tener alguna relación conmigo, por ahora, solo me queda agradecer a mi nueva familia.

Mis amados amigos, que, a pesar de tener sus propios problemas, siguen a mi lado, apoyando cada paso que doy.

Y hoy, estoy a punto de dar un paso gigantesco, uno que no podría dar sin ellos.

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