CONTENIDO EXCLUSIVO DEL UNIVERSO AL REVÉS.
Aquí podrán leer contenido extra y capítulos narrados por personajes secundarios o bien, en la perspectiva de alguien más.
Une personajes de:
«¿Esto está al revés?»
«¿Y si fuese al revés?»
«Mi vida al revé...
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GRETA
Semanas antes de la boda de Liam y Layla:
Para ser sincera, nunca creí que yo podría tener una pizca de felicidad, aún sigo creyendo que en cualquier momento se acabará. Hablo mucho sobre mis miedos en terapia, y cuanto más hablo, comprendo, de verdad entiendo que lo merezco. Absolutamente todo lo que tengo ahora, lo merezco.
Tengo un novio increíble, talentoso, comprensivo, amoroso y muy minucioso en su trabajo. Así es Clark, mi Clark. Desde que despierta hasta que vuelve a la cama por la noche, siempre metido en su trabajo, creando, diseñando y corriendo de un lado para otro. Es gracioso verle estresado.
Claro, yo tampoco me salvo, ya no somos unos críos de instituto, ambos tomamos nuestros respectivos caminos profesionales, y sí, no todo es perfecto. Apenas y tenemos tiempo de hablar entre semana. Yo corro a la universidad y él a su nuevo trabajo. Tengo turnos eternos en el hospital y cuando por fin es hora de marcar la salida, Clark ya me espera en el auto con la cara adormilada.
Lo amo. Más de lo que él cree. Amo los pequeños detalles que hace por mí, eso me hace sentir un poco mal, ¿qué le puedo dar a alguien que lo ha tenido todo en la vida? Clark jamás se queja, ni una sola vez. Y dice que le basta con mi afecto, pero lo dudo.
En esta mañana, que puedo tomarme la libertad de quedarme en casa un poco más; me deleito viendo como Clark prepara sus huevos con tocino y maple, le encanta desayunar aquello.
Está tan concentrado que no se percata cuando me acercó a su espalda y lo abrazo entrelazando mis dedos sobre su pecho.
—Buen día —dice. Aunque no pueda verlo, sé que está sonriendo, esa sonrisa encantadora digna de un Clark. Se da la vuelta dejando el tocino escurriendo el aceite, toma mi rostro entre sus manos, ama pellizcar mis mejillas—. Creí que dormirías un poco más.
—Mmm —me quejo—, tú no estabas en la cama.
No tengo idea de cómo pasó, pero ahora soy tan cursi como él.
Sonríe nuevamente. El sol que entra por la ventana lateral ilumina sus ojos azules, ese azul oscuro que se transforma en el cielo brillante. Mierda, por qué digo cosas así.
Se inclina rozando la punta de su nariz con la mía antes de dejar un dulce beso sobre mis labios. Cuando hace eso, me vuelvo a sentir como una adolescente llena de mariposas en la barriga.
—Lo siento —peina mis rizos desastrosos, deshaciendo un par de nudos en el proceso—. Quería hacerte el desayuno antes de que despertaras.
—En eso coincidimos, pero no en el patillo.
—¿A qué te refieres?
Le sonrió. Esa sonrisa que él conoce perfectamente, la sonrisa de «te quiero desayunar a ti».