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Nunca en su vida había sentido miedo a tales niveles.

Su corazón golpeaba contra su pecho mientras aceleraba lo más que podía, cruzando la antigua ciudad en la que vivió a toda velocidad.

Su mente se iba llenando de malas cosas, tratando de despejarlas rápidamente para no caer en divagaciones mayores.

Al llegar al hospital que Mick le había dicho, estacionó de una manera rápida, bajando del auto, percatándose que todo su cuerpo temblaba.

Entró desesperado, corriendo con la recepcionista, exigiendo saber dónde estaba su novio, quien había sido ingresado hace no menos de quince minutos.

La mujer tecleo rápidamente al ver el estado de Bright, asustada por su apariencia desesperada.

Al tener la información requerida, agradeció rápidamente para luego ir a buscar a su pareja.

Se encontraba en emergencias, y no dejaban pasar a nadie. Eso lo entendió al ver a la familia del amor de su vida.

Y a pesar de que sintió la tensión desde el momento en que el patriarca de los Opas-Iamkajorn le dirigió la mirada, corrió hacia Metas.

— ¿Qué fue lo que pasó? —exigió saber ni bien lo tuvo enfrente suyo.

El hermano menor de Win se encontraba con los ojos hinchados y rojos. Y volvía a romperse en llanto al tener a Vachirawit desesperado preguntando por el estado del mayor.

— No lo sé, se desmayó y luego empezó a sangrar. Aun no nos dicen nada. No estaba en cinta, ¿verdad? —las palabras salieron atropelladas de sus labios, a penas siendo digeridas por su cerebro, y al terminar de analizarlas, su pecho se oprimió.

— No, no sé. Dios, él-él me dijo que había estado sintiéndose- mierda. —pasó las manos por su rostro, cubriéndolo para tratar de calmarse.

Se sentía culpable.

Sabía que no debió dejarlo ir solo a ver a su padre, sabía que estar en Tailandia en esos momentos había sido una mala decisión. Probablemente, por haber querido cumplir el capricho de su hija, ahora se encontraba perdiendo a otro que ni siquiera sabía que estaba en camino.

Pero para eso estaba, ¿verdad? Para cuidar a Win y Dawn de lo que sea y quien sea, habiendo o no peligro alrededor.

Se dejó deslizar en la pared, abrazando sus piernas, tratando de respirar en aquel reducido espacio que se había hecho.— Bright, escúchame. Necesitas ser fuerte por Win, ¿sí?

— ¡No debí dejarlo ir a ver a tu padre! ¡No debí dejarlo venir a Bangkok nuevamente! ¡Entiende! ¡Sí está así en estos momentos es por mi culpa! —gritó, causando susto en Mick, quien retrocedió al ver a su cuñado tan abatido.

No recordaba haberlo visto así nunca. Y lo conocía desde que tenía nueve, literalmente, la mitad de su vida hasta esos momentos. Fue natural que se asustara por ver en ese estado tan desesperado y destruido al mayor.

— Si hay alguien a quien deberías culpar, es a mí. —la voz salió taciturna, apagada y sombría. Escuchando claramente el arrepentimiento en esta.— Lo humillé. —Wanchai Opas-Iamkajorn hablaba, captando la atención de la pareja del internado.— Me cegué por el orgullo y no pensé en qué podría pasarle a Win.

El CEO volteó a ver a la pareja de su hijo. La mirada de dolor y decepción brillaba en esta mientras veía como un par de lágrimas salían de sus ojos.— Nunca pensé que llegaría a ese nivel. Siempre lo he escuchado profesar el amor a sus hijos y como el apoyo hacia la familia debería ser lo primordial, y usted fue el que rompió eso. ¿Usted sabe acaso cuántas noches Win ha llorado recordando el momento en que lo botó de su casa? ¿Cómo sufrió después de eso tratando de terminar la carrera con Dawn sin el apoyo de ustedes de ninguna manera? Maldita sea, me contó que no comió por un par de días con tal de darle algo a nuestra hija y no pasará hambre antes de ir a Londres.

Dawn | BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora