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Ochako caminaba tranquilamente por los pasillos de la UA durante el descanso.
Se había quedado en el aula un rato más debido a que no había terminado un trabajo, por lo que pidió a sus amigos que se adelantaran.
Paseaba pensando en qué comería hoy, imaginando en su cabeza una lista de varias opciones de comidas que le gustan.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz que gritaba su nombre.
Giró curiosa y desconcertada para ver a la persona dueña de la voz, encontrándose con un chico corriendo hacia ella sonriendo de oreja a oreja.
-¡¡Ochakooo!!
Minami se acercaba con rapidez a la de rosadas mejillas. Tenía ambas manos levantadas hacia ella, y sostenía un pequeño contenedor igual que el del día anterior.
Uraraka no tuvo tiempo de procesar lo que sucedía cuando accidentalmente Jade tropezó a pocos metros de ella debido a sus agujetas desamarradas, cayó de cara puesto que tenía ambas manos ocupadas.
La castaña se acercó rápidamente a ayudarle. Se colocó en cuclillas y lo miró con preocupación.
-¿Estás bien?
Jade alzó el rostro y al mirarla se ruborizó. Se levantó rápidamente y sacudió su ropa con una mano.
-Si si, sólo me emocione y tropecé, ya me acostumbre.
Ochako rió ligeramente y se levantó.
-Soy Jade.
La chica se sorprendió al escucharlo, no se había percatado de quien era y hasta ahora no le había entregado nada personalmente.
-Estuve pensando, por que si aunque suene sorprendente a veces pienso. Sé quien eres y sabes quien soy pero no nos conocemos mucho aún. Sin contar el campamento, creo que la única vez que convivimos por más tiempo fue en el entrenamiento en el que me rompiste la cara con tus botas -dijo tomando su barbilla y mirando ligeramente hacia arriba.
-¡A-ah! ¡Perdón por eso, me asustaste! -dijo moviendo sus manos ligeramente nerviosa.
Hace unos meses hubo un entrenamiento juntando ambas clases. Los equipos serían aleatorios con la intención de enseñar trabajo en equipo, crear una buena estrategia aún sin conocer bien a tus compañeros.
Fue una idea propuesta por Vlad King para demostrar que su clase sabía trabajar bajo cualquier condición.
Trabajaron en el mismo equipo y mandaron a Jade a ubicar a los enemigos. Su quirk le permite lanzar ondas expansivas, que de ser ligeras y cuidadosamente manejadas le permitirán sentir en que dirección se encuentra cada cosa. Es una especie de ecolocación.
Sin embargo, al regresar con su equipo para reportar la ubicación del enemigo, se encontró sólo con Ochako. Dedujo que el resto fue a hacer otro trabajo.
Tuvo la fantástica idea de aparecer por detrás de la castaña sin hacer ruido para sorprenderla tranquilamente.
Uraraka, al sentir la presencia de alguien detrás de ella, actuó por impulso lanzándole una patada directo al rostro.
-Dolió, pero fue divertido -Jade tiene la mala costumbre de reír cada que recibe un golpe o se hace una herida, por los nervios-. Eres increíblemente buena peleando, tienes mucha más fuerza de la que pensaba, deberían reconocerte más en tu clase.
Ochako sonrió ante tal cumplido. Escuchar que no sólo halagaba su apariencia, sino también su fuerza, le demostraba que no estaba con una persona superficial. Puntos para Jade.
-En fin, ten -acercó el contenedor a la chica, que lo tomó con cuidado y lo observó unos segundos-. Son onigiris.
Los orbes marrones de la chica brillaron con intensidad mirando a su acompañante.
-Sé que no es un dulce pero me dijeron que te gustan mucho, así que los preparé para ti -continuo sonriendo al ver que su regalo había sido acertado.
-Son mis favoritos -respondió con emoción.
Jade movía sus brazos de arriba a abajo sin detenerse, sentía demasiada adrenalina en el momento que no podía contener; Poco más y saldría corriendo.
-¿Quieres comer conmigo? -preguntó la castaña sonriendo dulcemente.
Minami aceptó y comenzó a caminar emocionado a lado de ella. Hablaron sobre cualquier cosa que les pasó por la mente hasta llegar al comedor.
El estudiante de la clase B fue por su comida y se sentó, pero Ochako decidió almorzar los onigiris que le regaló, disfrutando cada pequeño arroz que lo conformaba. Aunque no tenían azúcar, eran dulces y suaves, mientras que la carne de res en su interior era tierna y con sabor intenso, un completo manjar para ella.
Mientras tanto, los más curiosos de ambas clases los miraban a lo lejos, imaginando toda clase de posibilidades para el futuro al verlos comer por primera vez juntos.
Mina incluso se imaginaba como la madrina de bodas mientras Jade y Ochako sólo hablaban de gatos. Gatos persa, gatos egipcios, gatos naranjas y cómo estos seguramente dominarían el mundo. Los gatos son la octava maravilla del mundo
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