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-¿¡Por qué no nos contaste!?
Faltaban unos minutos para que las clases dieran inicio.
Todas las chicas de la clase A -más el entrometido de Liam- se encontraban rodeando el asiento de Ochako, preguntando con curiosidad por Jade y la conversación que habían tenido ayer.
-¿Cómo es?
-¿De qué hablaron?
-¡Detalles por favor!
El rostro de la chica comenzó a teñirse de un suave carmesí mientras levantaba los brazos tratando de calmar a cada uno.
-Tranquilas, no es para tanto.
-¿Que no es para tanto? Ya quisiera yo que me dieran comida gratis todos los días -dijo Liam indignado.
-Cuéntales todo -dijo Mina. Si bien, era una chismosa de primer nivel, quería que la castaña lo dijera por si misma.
-Bueno, ¿Por dónde comienzo?
-Por el inicio.
Suspiró bajando el rojo de sus mejillas hasta su tono normal y comenzó a contarles sobre Jade tranquilamente.
-Apenas nos estamos conociendo, y aún me siento mal por haberlo golpeado esa vez...
-Espera, ¿Es al que golpeaste en los entrenamientos? -dijo Jirō.
Asintió. Liam comenzó a reir a carcajadas poniendo nerviosa a la chica, recibió un codazo por parte de la pelimorada diciéndole que se detuviera.
-Perdón perdón -dijo mientras limpiaba las pequeñas lágrimas que le habían salido-. Es que fue como, lo pateas en la cabeza y piensa, ¿Será este mi ser amado?
Comenzó a reir nuevamente sin vergüenza. Mina, Jirō y Hagakure trataron de contener la risa al escucharlo para evitar poner más avergonzada a Ochako.
Escucharon a alguien tropezar contra una mesa. Giraron por inercia encontrándose justamente con el rey de roma.
Buscó con la mirada a Uraraka, y al encontrarla se dirigió a ella con una sonrisa y un leve rubor.
Las personas a su alrededor se marcharon a sus lugares a excepción de Liam y Mina, que se quedaron un poco cerca para observar la situación y chismear en voz baja.
Iniciaron una conversación como cualquier otra que se mantuvo por unos minutos.
-Toma -extendió su mano derecha acercándole una carta ligeramente más cuidada que las otras-. Esta vez casi logré mantenerla viva -dijo con orgullo.
Agradeció y se dispuso a abrirla, pero fue detenida por Jade.
-Mm, perdón por eso pero, ¿Podrías abrirla cuando estés sola?
Veía de reojo a Liam y Ashido, poniéndose ligeramente rojo.
-Perdón, me avergüenza que me miren así los de tu clase...
Uraraka miró alrededor dándose cuenta de las miradas poco discretas de todos, absolutamente todos sus compañeros, provocándole nervios también.
-Entiendo -respondió bajando la mirada y colocando la Carta sobre el escritorio.
-Oh, también te traje esto.
Del bolsillo de su saco tomó una paleta de envoltura rosada y se la entregó sonriendo.
-Pss, hey.
Uraraka giró levemente su rostro para mirar a Liam, esperando lo que le fuera a decir.
-Pídele otra -dijo casi en un susurro.
Jade rio ligeramente y Ochako negó con la cabeza.
La campana sonó anunciando el inicio de las clases.
-¡Oh no, tarde otra vez no! -dijo exaltado-. Te veo luego, tu cabello se ve muy hermoso hoy, ¡Adiós!
Salió corriendo del aula en dirección a la suya, saludando a Aizawa que se encontraba en el pasillo.
Uraraka guardó en su mochila la carta y el dulce. Esperó hasta la hora de receso para entonces poder leerla.
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Hola de nuevo!
Se siente extraño escribirte una carta después de hablar contigo ayer, pero no soy capaz de decirte estas cosas de frente, al menos no aún.
Ví que te gustaron los onigiris, ¡cocinaré más cosas para ti entonces!
No alcancé a hacerte algo hoy así que compré de mis paletas favoritas, ¡pero prometo hacerte algo para mañana!
Me gusta ver cómo brillan tus ojos con los dulces, por eso te los regalo.
Creo que no te lo había dicho, pero parecen pequeñas galaxias. Su color es oscuro y profundo, pero tienen un brillo tan natural que tintinea cuando te emocionas
Parecen pequeñas estrellas, esa es otra de las cosas que adoro de tí ♡
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Sonrió de oreja a oreja sin darse cuenta, pero era una sonrisa extraña y algo torcida, pues combinaba felicidad, vergüenza y aquel sentimiento que se experimenta cuando los latidos de tu corazón van más rápido de lo que puedes contar.
Cada vez dejaba de sentirse nerviosa, comenzaba a sentir paz y calidez con sus palabras.
¿Cómo alguien tan torpe como lo era Jade podía dar palabras tan dulces? ¿Era acaso consecuencia de comer tanta azúcar?
No lo sabía, pero lo adoraba sin duda alguna.
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