Amarte Como La Primera Vez ⦗taekook⦘

Primera Etapa: Reencuentro

"Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección" -Ernesto Sabato.

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Taehyung se despierta por la mañana con un intenso dolor de cabeza al segundo después de abrir los ojos, dándose cuenta de que Yeri seguía durmiendo a su lado pero sin que le importe eso realmente, se levanta de la cama para comenzar a arreglarse para ir al trabajo. Se coloca su traje negro como de costumbre junto con una corbata y zapatos de cuero exactamente del mismo color que las demás prendas a excepción de la camisa, la cual era blanca. No se molesta en lavarse la cara o siquiera en ponerse un poco de perfume, ¿para qué? de todos modos nadie lo veía o no se daba cuenta ni tampoco le interesaba a decir verdad. Peina un poco su cabello desordenado y largo con sus dedos mientras se mira en el espejo y aprecia su cara completamente cansada y pálida, tanto que ya no era ni capaz de reconocerse a sí mismo en los últimos años.

Una verdad era, que jamás pensó verse así cuando fuera adulto, con las ojeras de mapache marcadas en su cara como si fueran cicatrices; los ojos perdidos y pesados; al lado de esa mujer que pensaba que era una simple aventura pasajera del momento; casado; siendo padre, y de repente, algo muy pequeño se oprime en su pecho al recordar cómo imaginaba su vida de grande.

Honestamente, cuando fuera mayor, se imaginaba una vida junto a él.

Ah, tonto, tenías que recordarlo justo hoy. Torpe Taehyung.

Se resignó a suspirar, y luego de despertar a Yeri para que fuera a arreglar a Yoorim, sale de la habitación y va hasta la cocina para comenzar a preparar el desayuno. No se esmera mucho en realizarlo, solo hace unas cuantas tostadas con mantequilla, una leche de chocolate para su hija, un café sin azúcar para Yeri y para él solo fue un vaso de agua, no le gustaba comer en la mañana, pues usualmente le daban náuseas cuando ingiere algún alimento antes de las 10 a.m..

Pone la leche caliente en frente de su hija, quien ya estaba sentada en la mesa esperando su desayuno, y Yoorim la coge con cuidado de no quemarse para comenzar a beberla. Taehyung observa a Yeri parada al inicio del pasillo, y ve que su mirada realmente estaba tan perdida como ella, como si su alma estuviera vagando fuera de su cuerpo mientras mantenía su mirada fija en el piso, como desconectada de la vida y de los indispensables sentimientos que le producía la misma.

Él no puede negar que se sentía de igual forma, su esposa y él eran como dos gotas de agua, eran tan iguales que no servían para formar una relación estable, de nada te sirve formar una relación con alguien que es exactamente igual a ti, pero en el momento que debieron darse cuenta de eso, no lo hicieron, y ya fue demasiado tarde en el momento en el que despertaron de verdad. Tenían una hija que los relacionaba directamente aunque ellos ya no quisieran estarlo más, pero debían asumir con madurez y responsabilidad los errores que cometieron en el pasado ahora que eran adultos independientes.

Y no es que Yoorim fuera un error, debían asumir los errores que comenzaron a cometer desde que eran adolescentes.

En un movimiento apresurado y repentino, golpea su brazo torpemente con el refrigerador y el vaso que estaba en su mano cayó al piso, rompiéndose al instante en mil pedazos. En vez de enojarse como pensó que lo haría, se apresuró en recoger los pedazos grandes con cuidado de no cortarse la piel, y va hasta el cuarto de lavado para traer una escoba y barrer los vidrios restantes para que nadie se accidente.

Yeri observa con detenimiento cómo Taehyung lleva a cabo dichas acciones, y por alguna razón, lo único que sentía por su esposo cuando lo miraba era lástima y repugnancia, y probablemente si Yoorim no estuviera ahí, Yeri le hubiera gritado totalmente enfadada y ambos hubieran llegado tarde al trabajo por las peleas estúpidas y las situaciones en las que precisamente acababan esas peleas. Pero habían acordado que las peleas quedaban fuera del tema de conversación cuando Yoorim estuviera presente en la habitación, al menos sabían diferenciar sus problemas personales de su vida como padres.