Dance Macabre: First Dance

Chapter 3: Harriet Potter

Resumen:
No es un secuestro si haces todo el papeleo legal

Capítulo 3: Harriet Potter

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"Aequa lege necessitas sortitur insignes et imos". El destino, por una ley imparcial, se asigna tanto a lo visible como a lo oscuro. — Quintus Horatius Flaccus
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"¡Bájame!" Exigió Harriet por quinta vez esa mañana. "¡Puedo caminar por mi cuenta!"

Actualmente estaba siendo cargada en brazos del extraño hombre que conoció en el bosque. Afortunadamente, no era estilo nupcial, pero aún así. Ella no lo conocía, seguro que le pediría ayuda, pero esto era demasiado extraño. Ella todavía no sabía quién era ni qué era. Parecía ser capaz de hacer cosas extrañas como ella, y tenía una varita, como en esos cuentos de hadas (excepto que en los cuentos de hadas, generalmente es una bruja o hada madrina que usa  M ... ¿excepto tal vez Merlín?) Pero ella todavía no sabía su nombre ni para qué había estado en el bosque. No parecía el tipo de bosque al que  cualquiera  iría voluntariamente. Debería haberlo sabido mejor que hablar con extraños ...

Oh no. ¿Y si fuera uno de los que practicaban la M negra  ? ¿Como en esos programas de televisión? Y tal vez realmente me llamó y mintió o algo así. ¿Quizás me sacrificará a algún demonio superior? ¡O usa mi sangre o mis brazos y piernas o tal vez me va a  robar  el  alma !  Harriet comenzó a entrar en pánico internamente. ¡Oh, debería haberlo sabido! Esta fue otra lección que Harriet debía aprender, siempre que este hombre no terminara vendiendo su corazón a Baba Yaga Bony-legs o alguna malvada madrastra bruja.

Ten cuidado con lo que deseas, pensó sombríamente para sí misma.

Harriet miró a su alrededor, contemplando formas de escapar de su situación. Caminaban por una especie de aldea o pueblo pequeño, con árboles a su alrededor y parecían estar subiendo una colina, hacia una casa grande que podría ser una mansión o una manor ... Harriet no sabía cuál era la diferencia. era. El pueblo estaba tranquilo, ya que la mañana aún era muy temprano y el sol aún no había salido, el cielo era de un color índigo oscuro. Hubo un suave ladrido de perros y los suaves pasos de su secuestrador, quien la había estado ignorando desde que comenzó a cargarla. Nada más perturbó el silencio. Sus gritos tampoco parecieron ayudar en nada.

Era solo ella, una escuálida niña de cinco años, contra él, un hombre joven, probablemente de veintitantos o treinta y tantos. El caso es que no parecía de los que se comen a los niños o los sacrifican a los demonios en los rituales. O venderlos en el mercado negro para esclavos o ...

Tonterías. Quizás era el dueño de un gran negocio que involucraba vender niños pequeños a adultos que ...  Harriet se estremeció. La tía Petunia la había amenazado al respecto una vez, cuando las amenazas habituales del Orfanato no funcionaron. No quería volver a oírlo ni a pensar en ello nunca más.

Pero se veía bien . (Y tenía un acento interesante, muy leve, pero Harriet pensó que sonaba bastante bien de todos modos). Esa era la cuestión.

El hombre tenía el pelo corto y dorado que brillaba como ondas de miel bajo las farolas viejas, un poco salvaje, ciertamente menos desordenado que el de ella, pero se veía ... agradable. Y tenía ojos azules. Como el cielo, pensó. Porque como el cielo, sus ojos parecían cambiar de color. Primero fue de un azul plateado, como el hielo, pero más cálido. Luego fue de un azul más profundo, como el mar en verano. No es que Harriet supiera cómo era el mar. Antes solo los había visto en libros y revistas. Después de todo, los Dursley no podían llevar a su sobrina rara si iban a la playa. No. En cambio, ella siempre estuvo atrapada con la Sra. Figgs y sus gatos.