༒Capitulo 6༒

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Hestia

—Hestia..— escucho pero no tengo fuerzas para abrir los ojos.

—Hest, despierta por favor..

Mi espalda está completamente adolorida.

—Hestia solo abre los ojos para que me ayudes a sacarte de aquí— la voz de Be retumba por mi cabeza. Ella tiene razón, necesito salir de aquí.

Abro los ojos lentamente y gimo de dolor al sentir la primera puntada en mi espalda. Oigo a Be suspirar de alivio al ver que desperté.

—Hest, vamos, tienes que levantarte. Vamos a ponerte tu suéter— Bear levantar mi torso haciendo que vuelva a gemir, el dolor es insoportable, además siento que estoy sangrando.

Bear alza mis brazos y me pone el suéter con mucho cuidado.

—Para que no te duela tanto tienes que ayudarme a subir las escaleras Hest—susurra Be.

—Me duele mucho Bear, no puedo.

—Si puedes Hest— con sumo cuidado Be me agarra por debajo de los hombros y me ayuda a levantarme— Vamos que las dos podemos— me sigue jalando hasta que empieza a subir el primer escalón, suelto un fuerte grito de dolor.

—¡Me duele mucho Be!— ahora sí que estoy llorando. El dolor es insoportable. Por cada escalón que subimos me duele cada vez más, y lo peor de todo es que faltan las escaleras para ir al segundo piso  donde queda mi habitación.

Ya fuera del sótano Bear me ayuda a llega al sillón de la sala y caigo boca abajo soltando un suspiro. Esos escalones me parecieron una eternidad.

—iré por el botiquín de auxilios en la cocina ¿okey?—asiento y ella se va a la cocina.

Mi prima podrá ser la persona más fastidiosa y loca de universo, pero nunca la odiaría. Ella es la única que me ayuda en estos problemas, lo ha hecho desde que vive aquí, me ha curado todas las heridas que me ha provocado mi madre, eso se lo súper agradezco.

Cuando Bear vuelve con el botiquín me ayuda a levantarme y duramos unos diez minutos subiendo las escaleras para que no me doliera aún más.

Justo ahorita me encuentro sin camisa boca abajo en mi cama con Bear curando mis heridas.

—¿Donde está mama?—preguntó en voz baja.

—Fue a comprar unas cosas para la cena. Justo cuando salió de casa fui a buscarte. Dure unos siete minutos llamándote, por un momento pensé en llamar a la ambulancia— dice mientras pone un poco de alcohol en una de mis heridas.

—Maldición, esto duele como el infierno.

—Siempre lo dices Hestia.

—Es que cada vez son más Bear. Ella está loca. Cuando cumpla los dieciocho me iré para siempre.

—No entiendo por qué ella es así contigo—comenta.

—Siempre lo ha sido Bear. Solo es una mujer que tuvo una infancia horrible y quiere que su hija la tenga igual.

Lo que digo es verdad. Mi madre se crió en un convento de monjas, y la verdad es que ese lugar por lo que investigue era un infierno en carne propia.

Mi madre nunca admitió nada sobre lo que pasaba en ese convento.

Me enteré sobre ese lugar por una simple fotografía que estaba en un álbum viejo de fotos de mi familia. Estaba mi madre con un grupo de unas doce monjas y un padre en el medio. Reconocía a mi madre entre todas ellas, su cabello rubio cenizo y sus ojos color chocolate. La foto era de un color tenue y gracias a la humedad estaba algo sucia y sin mucho color, y justo atrás se encontraba el logo del convento.

El secreto de CiaranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora