El despertar: Capítulo 11.

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Eran las 12:00 AM. El punto más oscuro de la noche. No había ruido, pues la mayoría de los vecinos ya estaban dormidos. También ayudaba el hecho de que el barrio era muy tranquilo por lo general. De día podía ser bastante activo, pero de noche siempre transmitía mucha paz.

Una vez que entraron a su departamento Sarah llevó a Alexander a su habitación. 

-Ven, te pondré sobre tu cama y traeré algo para curarte.- La voz de Sarah en ése momento, era muy serena, y le transmitió mucha calma a Alexander.

-Je… Hace mucho tiempo no me sentía tan jodido. - Contestó con un tono divertido.

Cuando se acostó sobre la cama, Alexander dejó salir un quejido. Realmente estaba adolorido.

-Ya regresé- Exclamó Sarah, que tenía en las manos algunos paños limpios y agua oxigenada.

-ohh adelante por favor doctora. Ayúdeme, me han usado de trapo viejo.

-Ya veo ya veo. Luce igual que el que uso en mi cocina.

Ambos echaron a reír. Eran otras personas cuando estaban juntos. Era como si todo lo malo que vivieran durante el día dejara de existir.

-Realmente Sarah… Me siento peor que un trapo viejo… 

-Lo sé, yo no recuerdo haberte visto así. Siempre parecía que eras alguien…

-Increíble, lo sé no lo digas.- interrumpió Alexander.

-Yo iba a decir tonto. Ash… No sé cómo te soporto.

Alexander comenzó a reír, pero el dolor lo interrumpió.

-Ja, ni siquiera puedes reír. Ya, déjame ver…

Sarah le quitó la camisa con suavidad para no causarle molestia. 

-Mmmm…

-¿Estoy muy mal?. 

-No… No lo está.- dijo Sarah que no apartaba la mirada.

-Amm… Oye, dime la verdad, ¿está muy mal o por qué no dejas de mirarme?.- La situación le hizo preocuparse, pero no era nada de eso.

-No, no es nada- Parecía algo nerviosa. 

-Okey…

-Solo, solo voy a curarte- Susurró Sarah.

Sarah colocó el paño sobre una de las heridas del pecho de Alexander, que gimió suavemente resistiendo el ardor.

-Ahh duele… es como si me prendieran fuego.

-Perdón pero temo que tendrás que resistir.

-Está bien. Continua.

Sarah prosiguió, limpiando la sangre suavemente.

Todo se había vuelto tan pacífico y sereno. Lo único que se escuchaba eran las hojas de los árboles moverse por el frío viento. El cielo estaba completamente despejado. La luna brillaba intensamente. Su luz entraba por la ventana, que gracias a la altura y la posición del edificio, creaba una imagen perfecta. Hubo silencio entre los dos, pero estaba más que claro que había mucho que se querían decir. 

-Disculpa por estar dándote tantas molestias Sarah. Me trajiste cargando desde lejos hasta aquí.- La voz de Alexander reflejaba su ánimo. Calmado, con un ligero toque de pena por que no pudo regresar por si mismo.

-No te preocupes.- le contestó Sarah suavemente. -Tu me cuidaste en el momento en que yo lo necesitaba. Me trajiste aquí también. Me dejaste quedarme aquí y me apoyaste en mi peor momento.

Blue Murderer: Ghost MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora