Casa

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L

Después de que Lena se fue sentí que todo iba a estar bien, una familia grande junto a alguien que me ha cambiado en todos los sentidos lo que provocó que sonriera, la mano de Eliza se entrelazó con la mía haciendo que viera en su dirección con una sonrisa antes de unir mi labios con los dé ella. Tome dos de sus maletas para ayudarla a desempacar, ella llegó con otras dos que traía

—hice espacio suficiente para que puedan caber bien nuestras cosas

Comente mientras abrí la primera maleta de mi novia encontrándome con un sostén de encaje rojo, unas bragas iguales y lo que parece ser un ligero; mi vista se fue directamente a Eliza quien estaba acomodando su ropa que suele usar en laboratorio cuando su mirada se topó con la mía y noté como sus mejillas se volvieron rojas, seguí viendo la ropa interior de Eliza mucha de ella era de encajé.

—No deberías ver eso... se supone que son para la noche

—no me importa verlo ahora lo importante será en el momento

Las mejillas de Eliza parecieron cobrar más color rojo si eso era posible, me dediqué a guardar su lencería en los cajones junto a la mía no era difícil de distinguir la de Eliza en su mayoría era de encaje o de algodón mientras la mía era de ceda y un poco más grandes debido a mis caderas más anchas.
Al abrir la tercera maleta me di cuenta de que estaba llena dé libros y algunos utensilios científicos, tuve que volver a cerrarla ya que era claro que esa no iba a ser desempacada ahí, la siguiente ella la abrió con cinco pares de zapatos, dos pares de tenis, unos tacones y dos pares de valerianas.
Anoté mentalmente regalarle mas zapatos, aunque podrían no ser todos y solo decidió traerse cinco desde Midvale.

—Se siente oficial

Me acoste en la cama, para atraer a mi a Eliza acostándola conmigo y besarla varías veces como si fuéramos dos adolescentes hormonales pero por primera se sentía bien actuar como adolescente hormonal si era con ella, nos quedamos viendo a los ojos por largo tiempo; mi mano no se quedó quieta y se posicionó entre la piel de Eliza y sus bragas, me fui directo a su botón de placer el cual comencé a manipular en círculos, los labios de ella se abrieron liberando sus gemidos mientras se sostenía con fuerza de las sábanas seguí manipulando su interior, seguíamos mirándonos a los ojos compartiendo el mismo deseó carnal. Antes de que Eliza llegara al orgasmo me detuve generando un sonido de protesta de su parte lo que me hizo sonreír para finalmente meter dos dedos en su húmedo y resbaloso interior cosa que provocó que arqueara la espalda en respuesta use mi pulgar para estimular su clitoris mientras al mismo tiempo metía y sacaba los dedos de su interior

—Oh... Rao... Lillian voy a...

Terminó corriéndose en mi mano, se me hizo curioso la expresión que usó sabía que era una deidad de Kara y como mi nueva hija necesitaría conocer más de esa religión si dos de mis hijas y mi chica le tenían como su deidad, saqué la mano con cuidado de que no se limpiara por la ropa interior de Eliza para finalmente llevarme los dos dedos con los que la había penetrado para poder disfrutar de su dulce sabor mientras ella me observaba e intenta recuperar él aliento

—comienzo a entender a Lena

—¿entender en que?

—en que estar con una rubia de ojos azules te vuelve adictiva a ella

Su risa me pareció lo más melodioso y maravilloso, tenía además un pequeño rubor en las mejillas tal como Lena me había hablado cada que decía algo entre coqueteo y dulce a Kara.
Por primera vez en mucho tiempo me sentí en casa ni siquiera con Lionel cuando estaba con vida; me acoste a un lado de Eliza y ella rápidamente acomodo su cabeza sobre mis senos para descansar un poco antes de salir a hacer las compras par abastecer el refrigerador y la alacena.

Una segunda oportunidad para amar [concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora