Capítulo 2

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Nashira

A la mañana siguiente, me levanté debido a los lametazos que recibía de parte de dos especímenes tumbados encima de mí.

-Agg… que pesados ni dormir dejáis.

-Venga despierta perezosa-habló mi queridísima madre apoyada en el marcó de la puerta.

-Levanta y prepárate que pronto llegarán los de la mudanza. Dicho eso mi madre se giró hacia el pasillo para dirigirse a la cocina acompañada por mis perros como escoltas.

Una vez levantada me dirigí al cuarto de baño para tomar una ducha rápida con agua tibia y realizar mi aseo personal.

Salí del baño, me vestí con mi camiseta de Pink Floyd, acompañada de mi cadenas de plata, unos vaqueros que llegaban por encima de mis rodillas y mis zapatillas blancas.

Cuando bajé a la cocina para desayunar, mi madre me estaba esperando bebiendo su café matutino y mirando el periódico local en su tablet, con mi desayuno favorito a su lado: los pancakes.

-¡Ya era hora de que bajaras!- dijo mi madre con un tono aburrido supongo que de estar esperando tanto tiempo.-Toma tu desayuno rápido, dentro de media hora vienen a descargar nuestras cosas, por cierto te encargarás del sótano mientras yo lo hago del desván.

-Sólo espero que no sea un sótano mugriento como aparecen en las películas- hablé llevándome el tenedor a la boca.

-No lo sé, pero te encargarás tú de todas formas, tirarás todo lo que dejaron los antiguos inquilinos y si te gusta algo puedes quedártelo o hacer lo que sea que quieras pero lo que no sirva lo desechas.

-Sí, mi comandante-. Inquirí con tono divertido mientras llevaba mi plato ya vacío al fregadero. Lo único que hizo mi madre fue poner sus ojos en blanco, no le gustaba que le llamase de aquella manera.

Iba a seguir enrabietándola, cuando me interrumpió el sonido de un claxon, debían ser los de la mudanza, y nos dirigímos hacia la puerta.

-Muy buenas señora D’Aurella, somos los encargados de acomodar sus objetos en la casa solo debe firmar aquí para confirmar que hemos realizado nuestro trabajo-dijo un hombre señalando una especie de tablet.

-Por supuesto, enseguida-dijo mi madre antes de firmar y dejarlos pasar a nuestra casa.

-Cariño ayuda en lo que puedas a estas personas, facilítales el trabajo yo haré lo mismo- habló mi madre dirigiéndose a mí.

-Como digas - hablé en tono aburrido, pues me daba un poco de pereza.

El reloj marcaba las dos de la tarde, cuando terminamos de acomodarlo todo, formando ya por fin lo que sería nuestro nuevo hogar. Aunque nos faltaba por descubrir que había en el sótano y desván, si valía la pena o no guardar algo de allí, pero eso lo haría después de comer ¡Me moría de hambre! Así que fui a la cocina acompañada de mi madre para ingerir algo de nutrientes y poder seguir con nuestra labor.

-Juro por dios que podría comerme un elefante ahora mismo- hablé apoyando la mano en mi barriga que rugía con fuerza.

-Que exagerada y dramática que eres, eso lo has heredado de tu abuelo Raen, los dos sois exactamente iguales, os picó a los dos una medusa en el mar y pensásteis que os íbais a morir por el veneno.

Mire a mi madre ofendida y dije de manera altiva- Orgullosa estoy de parecerme a mi yayo.

Terminamos de comer y mi madre me ordenó que recogiera y limpiara el sótano, más que nada porque tendríamos que colocar ahí la lavadora y secadora, así que me dispuse a coger bolsas de basura y bajé hasta allí, me sorprendió ver el sótano en tan buenas condiciones, no como en las películas que eran mohosos y estaban descuidados. Vi muchas cajas y me pregunté por qué los anteriores inquilinos las dejaron ahí, si no las extrañarían o algo así.

Estuve seleccionando las cajas que me iba a quedar e iba tirar. De vez en cuando me encontraba libros muy curiosos sobre historia o latín y diversos temas más como física o astronomía. Cuando los vi, las lágrimas empañaron mis ojos por los recuerdos, creí que estaban enterrados en el fondo de mi memoria, y no pare de visualizar a mi padre leyendo sus libros.

 No sé cuantas horas pasaron hasta que el sótano estuvo casi vacío y digo casi porque entre tanto polvo, cajas y telas, me encontré con un espejo bastante viejo, con un marco dorado y una frase aparentemente en latín inscrita en su lateral derecho de forma vertical, que decía “Veritas filia temporis” por lo poco que conocía del idioma, deduje que la frase significaba “La verdad es hija del tiempo”.

Una vez me deshice de los objetos de los antiguos inquilinos que no quería quedarme y limpié el sótano, procedí a subir las cajas con libros, guías… al primer piso donde mi madre, los ordenaría en el desván, ya limpio y con estanterías en su interior repletas de libros ordenados por géneros.

 Yo, por otra parte, coloqué el espejo en mi cuarto, concretamente colgado el la pared al lado del armario empotrado.

 Cuando menos lo esperé ya estaba anocheciendo, así que decidí  bajar a cenar para luego disponerme a darme una ducha y seguido dormir, debido a que a la mañana siguiente me tocaría ir a mi nuevo instituto, por suerte o por desgracia el verano había acabado y empezaría lo que sería mi primer día en 2° bachillerato.

Nota de la autora:

-La verdad es hija del tiempo, me pregunto que significará eso...

Este ha sido un capítulo cortito, ya que entre tantos exámenes no he tenido tanto tiempo, pero el siguiente será un poco más extenso. (Pinky promise xd)

A quién más le gusta la relación que tienen Nashira y su madre, me encanta la confianza que se tienen.
Comenten por aquí y digan que les parece.

Estos son los capitulo de introducción a la historia, pronto vendrá en salseo que tanto os mola.

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Hasta el próximo miércoles mis lectoras y lectores.

Un Kiss de fresi.<3

<3

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