Amor Carmesí

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Cruzaron miradas como dos animales que se amenazan y estaba en el lugar donde el tiempo no era nada, allí abajo siempre ardía, era el hogar del fuego, de la furia y el dolor, donde hasta el rio más frio borboteaba.

Ambos se conocían, se recordaban, tanto el que había muerto ahorcado como la que había dejado la vida tras un disparo. Se estaban quemando por fuera y por dentro, el agua les quemaba la piel y su sangre corría hirviendo por el enojo y el rencor, pues los dos terminaron ahí por los juegos de sus corazones que sin miedo ni recelo confiaron en un alma traicionera.

El calor del ambiente y de sus mentes los llevo al momento en el que el rojo termino con sus vidas, porque aún bajo la rabia coincidían, sin necesidad de mediar palabras, en que el carmesí era el color que describía el fin de sus vidas. Pues estuvo presente tanto en la pasión de sus latidos que sonaban por la misma mierda, como en la colera de encontrar en la cama a su amado con otro. Estuvo esa cara teñida de rubí por las manos del frenesí, que a pesar de las suplicas mando a un alma a ser desterrada, por último y más potente estuvo el rojo presente no solo en el vino que mancho el mantel, sino en el líquido espeso salido de un agujero vacío, que dejo sus marcas en las sábanas blancas, en el piso y en el cuerpo de alguien vivo que se había animado a jugar con tres. Si, el rojo estaba presente, y lo estaría por siempre, poco supieron del destino de quien los hubo engañado y aun menos de aquel que había sobrevivido y disparado esa noche fatídica.

Ahora él y ella estaban destinados a mirarse frente a frente, pero sin tocarse, para siempre, en una bañera roja caliente.

Las Historias Del ViajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora