Capítulo X

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<Antes de empezar he actualizado las aclaraciones, así que aviso antes de que me tiren piedras pues, y también han de notar que he modificado edades, y algunos datitos, por eso las notificaciones de actualización, perdón por eso>

<Eh notado mi error, ok, si bien Mabel les cuenta como le fue en segundo, estando en octubre, es porque no se los dijo antes, segundo, Mabel entró a tercero de primaria en septiembre, porque si me revolví cuando lo leí de nuevo, y pues la neta, si estaré modificando este fic para que les guste y así, por cierto, dejaré de poner títulos a partir de aquí, se me hace más cómodo>

Capítulo X: A Million Dreams

Había pasado ya casi cerca de una semana luego de que se olvidarán de aquel pequeño niño, semana en donde lo había consentido, mimado y "malcriado" como forma de pedir perdón, semana donde Mabel se sentía molesta por no tener la atención que sus tíos solían darle diariamente, las clases se habían suspendido, cosa que igual le molestaba, el colegio estaba por completo derrumbado, hecho escombros no había quedado nada de aquella estructura, Mabel extrañaba estar lejos de casa, estar afuera haciendo tonterías, persiguiendo ardillas, brincando charcos que quedaban luego de las lluvias nocturnas, pero sobre todo extrañaba el no tener que cuidar a su hermano, el no tener que vigilarlo, eso era trabajo de sus tíos no de ella, siguió desayunando de mala gana mientras veía como los gemelos mayores le preguntaban acerca de lo que querría de postre al Pines menor, ¿estaba celosa de ese niñato que tenía por hermano? Sí, y demasiado, gruño dándole otra mordida a su sándwich de mermelada de fresa, escuchando las risas y el azotón de la puerta principal, indicando que los Stan's habían salido a comprar la despensa y a ayudar a las personas del pueblo.

Terminando de desayunar se paró para lavar su plato, un tirón de su vestido le hizo detenerse casi tirando las cosas en su mano – ¡Mabel! – Y ahí estaba su dolor de cabeza diario, se soltó abruptamente del agarre y siguió su camino.

"¿Qué quieres zopenco?" Si sus tíos estuvieran con ellos ya la hubieran regañado, pero realmente le daba igual y era la palabra más suave que Robbie les había enseñado meses atrás en un recreo, lo había escuchado de la directora, nada fuera de ese mundo.

- ¿Qué es un "Zopenco"? – Le contesto la pregunta con otra pregunta, Mabel giró los ojos y decidió ignorarlo otra vez, Dipper infló los cachetes y zapateó mientras que un sonidito salía de su garganta para llamar la atención de su hermana, mirando al suelo, y lo único que le contesto fue el silencio, cuando subió los ojos su hermana ya no estaba en la cocina con él, la vio en la sala pegada al televisor, expectante a lo que le pasaba al pato detective que al parecer había sido herido de gravedad, volvió a llamar su atención, pero nada, así que rendido subió a la alcoba a leer algo, se sentía tan solo aún estando acompañado.

Se subió a la cama con el primer libro que tomó del librero, abrazo al peluche que tanto le gustaba, y se dispuso a leer, perdiendo el hilo del tiempo y la realidad, viajando al mundo que "Mis Demonios" le abría, sintiéndose tan perdido como su protagonista, tan solitario e ignorado.

Apretó el peluche contra él, quedándose dormido casi al final del escrito, soñando que el día siguiente, la felicidad tocaría su puerta.

¿Por qué un nene, un bastón de azúcar desea la felicidad?

Porque está roto y marcado

Porque hay que morir un poquito para vivir.

Los miles de sueños apenas están empezando, la compañía apenas va a tocar a tu puerta, junto a la felicidad y quien sabe... tal vez el amor~

Él nunca dejó de observar a la familia, nunca dejó de observar a su presa sin emociones aparentes, pero estaba tan contento de no tener que mover ni un músculo. Aquel ser de más antiguo que el tiempo mismo sabía como era la raza humana, cruel, sádica, egoísta, entre otras cosas, la mayoría negativas, y aún así, aquel demonio sin corazón existente, rey de dimensiones, del caos y la locura, velaba por un indefenso, estúpido y pequeño saco de carne, sus ambiciones eran grandes, también lo sabía con certeza, pero el caer tan bajo, el pagar un precio tan absurdo, le era desagradable, y estaba seguro de que el niño se las iba a pagar.

Un escalofrío recorrió todo su triangular ser, sintiendo un ligero calor corporal, sintiendo como alguien lo apretaba con delicadeza, como si no quisiera romperlo, su atención se desvió escaleras arriba, al fin y al cabo le valía una mierda lo que aquella colorida y desquiciante niña hiciera, entre las sombras subió buscando al chamaco que le daría el trono, encontrándolo dormido, con una sonrisilla, el peluche en su pecho y el libro a un costado, soltó un bufido, chasqueo los dedos y una taza de color azul eléctrico apareció en su mano, llena de té, se "sentó" en el aire mientras meditaba acerca de volverse a aparecer frente al escuincle, pero desechaba la idea, cada vez le era más difícil, cada vez más, sus parientes plantaban una pequeña alga luminiscente en ese mar caótico que esperaba ser desatado, calmando sus aguas, su ojo cambio a ser una boca, siendo algo bizarro para un humano y le dio un gran sorbo al té, su ojo regreso a la normalidad y dejando su taza en un lugar cualquiera se acercó al niño, tentado a entrar a sus sueños, pero algo lo detuvo, su mirada viajo a la venta y su ojo se frunció.

"OH ¡VAMOS!"

𝐃𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐋𝐚 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐁𝐢𝐥𝐥𝐝𝐢𝐩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora