Dracmas [ Mitsuya x Hakkai ]

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Todo el mundo conocía a Mitsuya, ese hijo de Afrodita que era tan hermoso como letal, su habilidad con todo tipo de dagas, cuchillos y hasta agujas era bestial, y no había nada ni nadie que pudiese ganarle, aparte de eso, tenía madera de líder, cosa que demostraba al liderar la cabaña de Afrodita, todos lo respetaban y normalmente era una de las primeras personas que te venían a la cabeza cuando buscabas a alguien para darte consejo, tanto amoroso como táctico. Y la verdad es que el de pelo corto siempre iba acompañado por cierto hijo de Deméter. Hakkai estaba orgulloso de decir que era hijo de la diosa de la Agricultura, este era especialista en luchar junto a la naturaleza con su látigo o su lanza, verlo invocar las plantas para ayudar en la batalla era algo a la par hermoso y terrorífico, porque podías ver el poder que albergaba ese cuerpo.

Y es que esos dos tenían una química espectacular, los dos se podían pasar horas y horas hablando de moda y de los diferentes cortes o tendencias que se llevaban esa temporada o practicando en la arena, era muy entretenido verlos luchar, tanto entre ellos o contra alguien más, su sincronización era casi perfecta.

Por eso a nadie le sorprendió que Quirón les dejara ir a comprar telas para las creaciones de Mitsuya.

Literalmente era un viaje de unas pocas horas, tenía que ser una misión fácil sin complicaciones, pero vamos eran mestizos, no había algo como una misión fácil.

Ambos hicieron sus mochilas y se fueron a la frontera. Agros los llevaría al centro de Nueva York, y ellos le enviarían un mensaje de Iris cuando tuvieran que volver a recogerlos.

Así que una vez llegaron al centro, ambos estaban muy emocionados, porque más que una misión ellos consideraban esto una cita, ya que por fin podrían estar solos, sin que alguno de sus amigos apareciese y arruinara la situación o alguien necesitara a Mitsuya para algo o los faunos obligarán a Hakkai a ayudarles con las fresas o algo parecido.

De esta manera cuando Argos se perdió por el horizonte, Mitsuya aprovechó para hacer su primer movimiento y entrelazó su mano con la de Hakkai, quien se puso más rojo que un tomate.

-Hakkai, no entiendo cómo puedes continuar sonrojando cuando hago esto, llevamos saliendo un par de meses ya.- Comentó distraído Mitsuya mientras andaba mirando los aparadores.

-Es que me pones nervioso, siento como una corriente eléctrica en los sitios que tocas y mi estómago tiene como dinosaurios corriendo por él, no sé por qué, será el efecto que tienes en mí, pero no te preocupes, ya no tartamudeo cuando lo haces...

Mitsuya río, y es que al principio Hakkai era un saco de nervios cuando el mayor estaba a su alrededor y ya ni te cuento que pasaba cuando el mayor entrelazaba sus manos.

-No me quiero ni imaginar qué pasaría si hago esto...

El mayor tiro del otro, juntando sus cuerpos, haciendo que se parara en medio de la calle. Entonces se puso de puntillas y besó al menor, sin importarle lo más mínimo las miles de miradas que atrajeron, sin embargo, Mitsuya no se paró allí, porque deslizó las manos dentro del chaquetón del chico, paró sus dedos en el hueso que sobresalía de la cadera para después meter un par de dedos debajo de la camiseta y delineó la cintura.

Decir que Hakkai estaba bien era mentir, su rostro estaba rojo y aprovechó la diferencia de altura para esconder su rostro en el cuello de Mitsuya y con mucha valentía le dejó un cálido beso en el cuello, notando como el cuerpo de Mitsuya se tensaba ante eso, el mayor también tenía debilidades y el más alto sabía que botones presionar para obtener reacciones de parte del cuerpo ajeno.

-Eso está mucho mejor de lo que pensaba - Habló con la voz un poco temblorosa Mitsuya.

Se despegó del menor y lo obligó a continuar andando.

Tokyo Revengers en el Campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora