Voy tarde con Edgar para la reunión a la que nos llamo la maestra, mi hija al parecer se peleó muy fuerte con una niña de su salón, la hija del ‘papacito’ que me disfruto con la vista.
—Lamentamos la tardanza, el tráfico…—comienza a explicar mi esposo.
—No importa —dice amablemente la maestra.
—¡Mi hija llego a la casa con un labio roto! —Interrumpe abruptamente el papá— no sé qué tipo de educación imparten en su casa para...
—¿Pero qué le hizo su hija a la mía?, le diré que Fer es muy tranquila. —Le contesté a la defensiva. — ¡Ah! ahora insinúa que mi nena es una salvaje, qué se ha creído.
—Empezaron jugando — comenta la maestra— las niñas tienen buen rendimiento, solo necesito que hablen con ellas, las suspendí un par de días para...
—¿Un par de días? Tampoco es como si le hubiera roto algo.
—Le rompió el labio a mi hija. —Contesta el señor agresivamente, sin embargo conserva la calma.
Me lo quiero comer. Me levanto y pido permiso para ir al baño, necesito agua fría, no necesito pensar en esas cosas mientras discuto el comportamiento de mi hija.
—Regreso en cinco minutos. —comento brevemente.
Me meto al baño y no hay nadie, me inclino sobre el lavabo y gimo un poco. Mi marido no me ha estado cumpliendo como hombre y eso hace que me ponga así con el padre de esa niña.
La puerta se abre. Y es él. Mi libido sube, estamos a solas.
Sabe de mis insinuaciones porque su mirada es de que viene a pedir lo que le he estado ofreciendo. Me toma de las caderas y siento su erección entre mis muslos y ¡ufff qué delicia!, ya quiero tenerla en mi boca pero me contengo, estamos en la escuela, en cualquier momento podría entrar algún maestro o la maestra de las niñas y no. NO.
Siento su mano subir mi vestido y lo siento introducirse en mis braguitas, le digo que se detenga, que soy una mujer casada y me dice que no, que me va a coger aquí. Intento separarme pero ‘mmmm’ se siente muy rico, sus dedos se introducen y gira un poco mi cabeza para que su lengua juegue con la mía, saca uno de mis pechos y sus dedos juegan con mi pezón, escucho unos pasos. ¡LA MAESTRA!.
—¿Está todo bien?
—S...si — mi voz es un absurdo murmullo —voo...ooy en un momen...to ajjj.
A él no le importa. Me arrodilla, saca su sexo palpitante y se me hace agua la boca, paso mi lengua por su glande y lo escucho gemir, mis manos masajean el resto de la extensión venosa -¡uffff qué miedo, va a doler!- Lo introduzco todo en mi boquita y lo siento llegar hasta mi garganta, me toco mientras le doy placer.
—Te voy a coger, pero calladita eh?.
Me pongo de pie, me levanta y me apoya sobre el lavabo. Mientras con sus manos guía mis piernas a rodear sus caderas intenta introducirse salvaje, Agghhh.
Ummmmm penetra fuerte, sin descanso, mi anillo de matrimonio cae al suelo en un descuido. Edgar ha de estar preguntando por mi tardanza. Me sigue penetrando muy rico y siento el placer explotar dentro de mí. Ufff él sigue, sigue y sigue. Qué delicia su placer. Lo siento escurrir entre mis piernas, nuestras respiraciones se normalizan. Nos arreglamos y nos dirijimos al salón, en tiempos diferentes.
Ahora no solo debería dejar de pensarlo de esta manera durante la reunión sino en lo que resta del día, pues el ‘papacito’ ya forma parte de mis perversiones.