Prólogo

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-Por favor, Aisha. Dime que es mentira.

-Yo...

-¡Joder! ¡Mírame a la puta cara y dime que es una mentira! Que lo que me estoy imaginando no es lo que creo que es.

No sé qué decir. Estoy en un completo shock. Sé que tanto si le digo la verdad, como si no, lo perderé para siempre. No lo puedo perder. Se ha convertido en lo más bello de mi vida. Tengo que conseguir que me perdone.

Me tiene que perdonar.

Decido decir la verdad. Se lo debo.

-Lo siento- le respondo, con lágrimas bañando mis mejillas- Lo siento muchísimo. Quería contártelo pero...

-Cállate, por favor- me suplica con la voz rota- No hables más.

De momento, siento un estruendo, y al segundo, veo como el contenedor de basura, que estaba cerca de nosotros, se derrumba, echo pedazos, de los golpes propiciados por él.

-¡Para!- le ordeno cuando veo que localiza a otro objetivo para hacer lo mismo-¡Para!

Y con una rabia cegadora, muele la pared del callejón en el que estamos, a golpes.

No quiero que se haga daño.

No para. Tiene la cara roja de rabia, y no hay signos de dolor en su rostro. Solo rabia.

-Para, por favor- le suplico cuando veo que empieza salir sangre, a borbotones, de sus nudillos.

Luego se detiene y se arrodilla en el suelo, con la cara escondida en sus manos. Verlo allí, tendido en el piso, roto, me está matando a cada segundo que pasa esta agonía.

Voy a su lado y me arrodillo en el suelo. Quiero consolarlo, tocarlo, besarlo...

Es un suplicio.

-No me toques- me espeta de mala manera- No te atrevas.

-Por favor, perdo...

-No lo digas. No hay nada que perdonar aquí. Hemos terminado. Vete de una vez y no vuelvas más-me mira a los ojos, como si necesitara reafirmar su decisión- No te quiero volver a ver- y así siento como el nudo que tenía en el estómago crece más y más.

-Pero...

-Vete.

-Escucha...

-Vete- me vuelve a decir con la paciencia por los suelos.

-Tan solo, déjame explicarte...

-¡Joder¡ ¡Qué te vayas!

Y me quedé allí, mirándolo a los ojos atormentados, esos ojos que me gustaban tanto.

Me puse de pie. Me di media vuelta y emprendí mi camino.

¿Sabes por qué no me quedé? Porque nunca me dejó explicarle, porque dio por hecho que lo hice sin ninguna justificación, porque lo dio por hecho, así sin más.

No escuchó lo que tenía que decir.

<<Hemos terminado. No te quiero volver a ver>>

Repito una y otra vez sus duras palabras en mi cabeza.

¿Cómo hemos llegado a esto?

Prometió siempre confiar en mí. Prometió siempre escucharme.

Rompió su promesa, Aisha. Si le importaras de verdad no hubiera salido de tu vida así tan fácil. Si te quisiera de verdad, no te hubiera dejado de lado.

Apago a mi conciencia, esa que no me deja tranquila y sigo mi camino a través de la carretera.

No miro hacia atrás. No me volteo. Con lágrimas en mis ojos, avanzo, sin detenerme.

No confió en mí.

Lo amo con todo el corazón, pero ahora soy yo la que no lo quiere en mi vida. Me echó de su lado a la primera de cambio.

-Al aeropuerto, por favor- le pido al taxista. Ve mi rostro bañado en lágrimas, pero no me pregunta. Mejor así.

Con las primeras notas de Let somebody go de Selena Gomez y Coldplay en la radio, empiezo a llorar en silencio,
conteniendo mis sollozos, a través de la oscuridad de la noche.

<<When you love somebody...¿could you let somebody yo?>>

Y eso hice; lo dejé ir. El problema, fue que no lo hice porque no lo amara, sino porque él no me amó a mí.

Ya todo quedó dicho. Ya todo quedó demostrado.

ColdplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora