Tenía doce años... Cuando su madre se había ido con otro hombre.
Él había regresado de la escuela, como todos los días, esperando ver a su madre, pero ella había desaparecido. Su madre era una prostituta. Su padre era un borracho. Pronto había aprendido a cuidar de él mismo.
La verdad era que no había sentido nada cuando su madre se había ido. De alguna manera lo esperaba. Cuando su padre se lo había dicho, su reacción había sido tan fría qué, incluso él mismo se había sorprendido.
En otoño del mismo año, había encontrado diez dólares en la mesa. Esa vez, había sido su padre quien había desaparecido. Sus dos padres le habían dejado.
Desde entonces, había comenzado a vivir solo, el solo se recibía, él se alimentaba, dormía solo, estudiaba solo, no creía que hubiera ningún problema, pero la realidad... era horrible.
Estaba destinado a quedar en custodia del estado. La comida se le había acabado, ¿Como se suponía que un niño encontrara trabajo?
Estaba almorzando con uno de los amigos de su padre cuando él había comenzado con un interrogatorio de su vida. El hombre le preguntaba como pensaba alimentarse a sí mismo, hasta que había tocado su hombro, en ese momento se había extrañado, no estaba acostumbrado a tener contactos con hombres mayores.
« Si hubiera un buen trabajo disponible, ¿Lo tomarías? »
Por un "buen trabajo" había pensado en prostituirse. Él había accedido de inmediato, no tenía otra opción, o moriría de hambre. El gobierno no le daba nada, los orfanatos estaban repletos de niños abandonados, los obligaban a hacer tareas pesadas por un poco de comida, ¿Que se supondría que haría?
Siempre y cuando ganara dinero, haría lo que fuera.
En poco tiempo, su cama, se había convertido en una cama roja.
Había aprendido a hacer mucho dinero con los universitarios de la zona. Tres años habían pasado. Llevaba una vida de la cual no tendría que preocuparse por comida. Y en ese momento, se había vuelto famoso por la zona.
El viejo hombre al que le había hablado antes se giró sobre si mismo para mirarlo. Tenía un rostro terrorífico. Podía ver como sus cejas se fruncían entre sí. Kim retrocedió unos pasos.
—Viej... Vamos... Uh, ¿Vamos a pasear... por allí? —Señaló uno de los hoteles de la zona.
Su mirada se volvió más fría.
Mierda.
✘ ✘ ✘
Ese morocho gruñón lo había arrastrado a la fuerza hasta la comisaría más cercana. Al principio había forcejeado, pero esa mirada tan tenebrosa que tenía le hacía desmayar.
Al menos el lugar era agradable. Tenía aire acondicionado, los policías solo parecían enfocarse en ellos, menos el joven chico que llamaba como un tonto al número que Sunoo le había dado. Era el número del viejo amigo de su padre con quien había follado, era obvio que él no respondería.
¿Quien diría que ese hombre sería un oficial de policía?
Había elegido mal.
El azabache golpeó su puño contra la mesa, haciendo sobresaltar al rubio, quien solo estaba jugando con su caramelo, esperando a que le dejara ir.
Estaba perdiendo tiempo.
—¡Maldito niño! ¿No le dijiste a las autoridades que no harías eso de nuevo? —Gruñó, sujetando su barbilla para que le mirara—. ¡No te hagas el tonto conmigo "Kim Sunoo de quince años"!
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red bed › sungsun
Romansa❝Te atrapé, chico❞ Park Sunghoon, un joven hombre de tan solo veinticincos años, caminaba a casa ebrio, cuando se topó con un niño bonito con un caramelo, ofreciéndole servicios sexuales a cambio de dinero. Un momento que había quedado marcado en su...