Cosas inesperadas (pieza)

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Daba vueltas y vueltas en el cuarto, porque la vergüenza no me dejaba tranquilo, el tal solo hecho de que amaneciera en una casa que no es la mía, es decir, en una casa ajena, me causa intranquilidad.

―El desayuno está en la mesa.

Esa fue la voz de Antonio del otro lado de la puerta de la habitación.

―Voy en seguida.

Le respondí.

Tomé un Jean y un t-shirt de un closet que había en una esquina de la habitación y me vestí, justamente eran de mi talla.

Cuando me dirigía al comedor para el desayuno, grata sorpresa me he encontrado, nada más y nada menos, que a... Tonny.

Estaba el solo sentado en la mesa del comedor, entonces le pregunté:

― ¿Qué haces aquí y dónde está la familia de Antonio?

― Tranquilo, siéntate y hablemos un poco.

Lo miraba fijamente a los ojos, mientras caminaba despacio hacia el desayunador para ver si podía alcanzar un cuchillo, ya no podía confiar en él.

Le volví a preguntar las mismas preguntas.

― ¿Qué haces aquí y dónde está la familia de Antonio?

― Están en la sala, atados, pero descuida no le hice nada más. Solo quiero hablar contigo.

― ¿De qué quieres hablar?

― ¿Qué pasa, acaso ya no somos amigo?

― Yo pensaba que era tu amigo, pero no era más que una herramienta para tus planes.

―Tú fuiste la clave de mi arrepentimiento, me ha costado creer todo el mal que mi hermano me hizo hacerte todo para probar mi fidelidad hacia él.

―A qué te refieres con el daño que me hiciste, ¿acaso tú fuiste que... mis padres?

―Sí, fui yo quien mató a tus padres, haciéndote creer que todo fue un accidente.

Dentro de mi cuerpo está surgiendo algo que no era bueno, se ha despertado un odio que alimentaba la rabia que quería desatarse hacia él.

Lo miro a los ojos con ganas de írmele encima a trompadas, pero pensaba en la familia de Antonio, no en la mía. Aunque me dolía escuchar tal tragedia de mis padres, traté de tranquilizarme.

― ¿Qué harás ahora, matarme a mí también?

― Nunca haría eso amigo.

― No me llames así, no soy ni fui y ni seré tu amigo. Se me fue inevitable llorar en ese momento, eran tantas cosas juntas, que en realidad no sabía qué hacer.

― Tranquilo vine hasta aquí para ayudarte, ya no trabajo para mi hermano, solo quiero que me perdones.

― Si es así pásame tu arma y sométete a la justicia y tal vez así hablemos de algo.

Podía ver en su cintura una de siete milímetros, por lo cual era uno de los motivos que no me le acercaba. De repente escucho que se cae algo en la sala, lo miro, me incorporo y le pregunté:

― ¿Cuántos son los que están en la sala?

― Se me había olvidado que eres inteligente, no eres tan fácil de persuadir, ven y te enseñaré que lo te digo es verdad.

Caminaba detrás de él, a distancia, hasta que llegamos a la sala donde había tres hombres armados, a parte de la familia de Antonio atada en el suelo cerca del sillón. Uno en la puerta y los otros dos estaban al frente de los atados, apuntándoles por si se movían o hacían algo extraño. Entonces me dirigí a Tonny:

― ¿Así es como te arrepientes?

No terminé bien de hablar y Tonny había tomado su pistola y les disparó a los tres tipos justamente en la cabeza. Me quedé sorprendido por su reacción y de la postura que asumió. Me dijo lo siguiente:

― Te dije que iba a colaborar contigo.

Una vez que se distrajo fui de inmediato a desatar a los dueños de la casa.

Secretos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora