Libertad

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Tirado en el suelo me encontraba por la presión de la bomba que aquellos tipos hicieron estallar cuando me disparaban, solo pensé, no fui yo quien la explotó, así que no soy culpable de ese suceso. Aturdido y mareado me levanto lentamente casi llorando del dolor en el cuerpo, sin poder ver bien me dirijo a los vagones a cumplir la misión, de repente me susurra una voz de mi conciencia que me decía: "¿Y qué vas hacer con los hombres que faltan?". Paré en seco, me solté un poco y pensé mientras seguí caminando, que de seguro se fueron después de que escucharon la explosión.

Con mucho esfuerzo pude llegar a los vagones y por suerte no había hombres armados, estaba todo desalojado y en silencio, para confirmar que las mujeres seguían en los vagones les toque tres veces y repentinamente comenzaron a gritar "¡AUXILIO!", espantado, pero también feliz de que siguieran ahí, abrí todos los vagones dejando libres a todas esas mujeres. Algunas me agradecieron y otras se fueron sin ni siquiera mirarme, sin embargo, mi satisfacción estaba en que quedaron libres, algunas querían que yo las llevara a sus casas, entonces me las llevé en mi carro, cuando íbamos en el camino mi cuerpo no aguanto más y me desmaye, por el golpe de la explosión.

Despierto medio sobrio, acostado en una camilla en un hospital, miro mi cuerpo que esta todo vendado, de las heridas que me causó el caliente de aquella terrible explosión, a lo que me miraba llega una doctora, me pregunta cómo seguía, le digo que bien y luego me dice que no es nada grave, que se me sanarán con el tiempo, después me mira sonriendo con lágrimas en los ojos y me da las gracias por salvar a su hija de aquellos malvados hombres, cuando terminó de hablar me dio un fuerte abrazo que no llore porque soy hombre, pero me dolía todas las partes del cuerpo, por último me pidió perdón y se fue de la habitación.

Me sentía mejor por lo que hice y más ahora, en lo que pensaba, entran dos de las jóvenes que salvé y que justamente eran de las que llevaba en mi carro a sus respectivas casas, las miro y ellas me miran, me dan las gracias más formal y se quedan en la habitación para hacerme compañía. 

Secretos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora