Regreso a casa

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Me dejaron en un lugar que no conocía, me mintió cuando dijo que me llevarían al aeropuerto, llamé a un taxi el cual me llevó a mi casa. Me encontraba parado al frente de la puerta de mi habitación, ya sabía que después de esa puerta había un desorden que fue provocado por aquellos tipos cuando me querían agarrar.

Procedí abrir la puerta, no fue una sorpresa la que me encontré, bueno solo me queda hacer una cosa más en este cuarto, y es buscar mis papeles para regresar a los EEUU.

Por suerte no guardé mis papeles en un lugar que lo encontrarían tan fácilmente, los puse en una gaveta debajo del estante, moví el estante y ahí seguían mis papeles junto con mi pistola y mi dinero.

Al salir del departamento le pagué los daños al dueño. Me dirigí al aeropuerto, esperé el avión y me fui a mi país.

Una vez que llego, llamo Antonio le digo que llegué, me fue a encontrar, mientras íbamos de camino le contaba todo lo que hice en República Dominicana, menos lo que sucedió sobre mi secuestro y lo de la abogada Rosa.

Le pregunté que cómo seguía la investigación y que si no han sabido nada de Rey. Lo único que me dijo fue que ya los feminicidios se han detenidos.

Me preguntó que a dónde íbamos a ir, si a la agencia, a mi casa o a su casa. Me quedé un momento pensando qué respuesta le podría dar ya que a ningunos de esos lugares quería ir.

Antonio ha logrado identificar en mí una nueva aptitud y autoestima, entonces procedió a la siguiente pregunta:

― ¿Quieres ir a tomarte una copa?

― Si, por favor.

Fuimos al mismo lugar donde nos encontramos por primera vez. Nos bebimos algunas botellas. Al parecer me estaba haciendo efecto la bebida porque me estaba olvidando de todo y solo pensaba en nada...

Después de un gran tiempo de estar bebiendo, Antonio me tomó de un brazo y se lo puso al hombro y me dijo que ya era suficiente, me llevó al carro, luego nos dirigimos a su casa. Yo seguía casi inconsciente, pero me pude dar cuenta que estábamos a su casa, miro su casa, después lo miro todo mareado y él se da cuenta a qué me quiero referir con esa mirada, se ríe y me dice que no sabía dónde yo vivía, así que me trajo a su casa, que solo era por esa noche.

Le hice una señal con la cabeza y casi me caigo del mareo, rápidamente me toma de nuevo y me lleva a su casa, era tarde de la noche, las mujeres estaban durmiendo, además no sabían que yo había llegado al país.

Me llevó a un cuarto de huésped el cual estaba bien cuidado y en mantenimiento como si lo habían preparado o como si estaban esperado a alguien. Me tiro en el baño, me dijo:

― Échate agua y quítate un poco ese olor a alcohol de encima y luego acuéstate, si quieres te puedo ayudar o lo haces tú, por tu cuenta.

― Descuida ya has hecho demasiado por mí, de aquí en adelante yo resuelvo.

Aunque sabía que si me dejaba ahí es posible que me quedara hasta el amanecer en el mismo lugar que me encontraba. Bueno, hasta que se logra ir diciendo lo siguiente:

― Estás en tu casa.

― Graaaciaaaas...

Casi sin fuerzas, pero creo que lo escuchó.

Con esfuerzo logro llegar a la bañera, abro la llave para el paso del agua, y podía sentir como caía el agua sobre mí, era increíble, me dejé llevar por la suavidad del agua y me dormí.

Al otro día logro despertarme y no podía creer lo que me pasaba, estaba con un pantalón corto, acostado en la cama, trato de recordar cuándo llegué aquí. Solo hay tres posibles opciones; lo hice yo inconscientemente, fue Antonio o... Una de las mujeres. Espero que no haya sido la última, la opción.

Secretos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora