Epílogo

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  Era una noche de tormenta, los rayos caían sin cesar y los fuertes estruendos que provocaban los truenos eran espeluznantes, el cielo de la noche era incluso más oscuro que de costumbre y no había ni una sola pista ni de luna o estrellas, totalmente aterrador, incluso para él. En uno de esos fuertes truenos se levantó de ipso facto, agitado y asustado con sudor en su frente y mirando a todas direcciones paranoico, entre la pequeña abertura de la cortina grisácea que había cerca de la ventana de la cama pudo ver cómo el cielo se iluminaba y al mismo tiempo otro estruendo se oía. Con todo y su actitud de tipo rudo y serio si había algo en esta vida que más pavor le causaba eran las tormentas, era un miedo que lo avergonzaba, pero con cada una que pasaba era un terrible pánico el que recorría cada uno de sus huesos y como niño pequeño, igual que justo ahora hacía, cerraba con fuerza las cuencas y se cubria el lugar donde debían estar sus oídos y empezaba a llorar del miedo mientras temblaba. Sin embargo, estar aterrado no era una buena situación en la que estar debido al lugar en el que se encontraba descansando, estaba muy asustado, pero por nada del mundo quería que su novio lo viera así.

  Sus esfuerzos por no despertarlo al estar sollozando como un bebé, queriendo tragarse el llanto con su posición fetal, fueron en vano pues su pareja se volteo a verlo abriendo de a pocos sus cuencas con algo de molestia.

¿Nightmare estás bien?. – La voz de su novio lo exaltó y rápidamente trato de secarse las lágrimas sin dirigirle la mirada.

S-Si, tranquilo. V-Vuelve a dormir, n-no es nada. – Maldijo el estar tartamudeando gracias a estar tragándose las ganas de sollozar preocupando al contrario que se sentó para verlo mejor, pudiendo distinguir el sonido violento de la lluvia al caer en los tejados.

¿Cariño que pasa? ¿Te duele algo? ¿Por qué lloras?. – Trato de buscar su mirada, mas el azabache lo evadía, logrando a medias quitarse las lágrimas, sin dejar de temblar o soltar ligeros moqueos típicos al llorar.

N-No estoy llorando, no t-te preocupes no es-.

  Pero no pudo terminar de hablar gracias a qué otro estruendo se oyó y él rápidamente se cubrió sus inexistentes oídos soltando un jadeo de sobresalto, volviendo a llorar. Horror se sorprendió por ver a Nightmare así de vulnerable, llorando y con el miedo latente siendo que él siempre se mostraba fuerte y sin ningún temor a nada, soltó un suspiro mientras daba una sonrisa tierna y comprensible, y con sus brazos rodeo a Nightmare por la espalda haciendo que se exaltara y levantara la mirada rápidamente dirigiendo la a él con las gotas de agua escurriendo por sus pómulos una tras otra.

¿No te gustan las tormentas amor?. – Pregunto con voz dulce, casi maternal, dándole una mirada cálida mientras se separaba del abrazo para así tomarlo de su rostro, mirándolo fijamente.

  Avergonzado asintió confesando su mayor temor a su novio quien le secó las lágrimas y le dió un beso en la frente, sin juzgarlo o burlarse de él como habría esperado de cualquier otra persona. Oh, el intimidante y frío Nightmare, llorando como nena por una simplemente tormenta, si eso seguro lo habría dicho otra persona, pero no Horror, por nada del mundo diría algo como eso, eso era algo que en estos mismos momentos lo sorprendía demasiado.

Tranquilo, no tengas miedo, yo estoy aquí, yo te cuido y nada te va a pasar ¿Si?. – Lo reconfortó con dulces palabras comprensivas, dedicándole una suave sonrisa y dándole miles de besitos cariñosos en el rostro, logrando así tranquilizarlo y que dejara de temblar. — No llores Nighty, estoy aquí para ti.

  Nightmare se dejó llevar por la voz reconfortante y las caricias cariñosas de su pareja, logro dejar de llorar y ahora los estruendos no lo tenían despavorido. Se volvieron a recostar, pero ahora Horror lo tenía entre sus brazos acariciando su cráneo y dandole uno que otro ligero beso en su frente mientras él solo lo sostenía y apretaba para así no separarse de él, sintiéndolo como un refugio que verdaderamente lo protegía y que está noche de tormenta no lo torturaba como siempre solía suceder. Respiro profundamente enamorado, aferrándose a esa calidez que se le brindaba, ese lugar que siempre busco para sentirse a salvó y que ahora tenía con toda seguridad con ese a quien amaba y apenas comenzaba relación.

𝑱𝒐𝒗𝒆𝒏 𝑪𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏 𝑰𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora