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Muerte.

Hay un número limitado de personas que han experimentado lo más cercano a la muerte.

Sin embargo, él parece siempre estar en el borde que separa una vida, con su inminente final. Su hilo, se volvió tan fino que pareciera que con un simple soplido del viento amenazaria con romperse.

Entonces el hilo se rompió, pero volvió a unirlo a la fuerza.

Una.

Y otra.

Y otra vez.

Inicio como un deseo de volver a ver a su primer amor.

Inicio con la constante punzada de fracaso y culpa que penetraba su pecho.

Inicio con la dolorosa e incesante pregunta.

¿En qué momento todo comenzó a salir mal?

Por un momento, por solo un segundo de reflexión, dejando salir ese pensamiento del más profundo rincón de su corazón.

Él ya había muerto hace años.

Cuando recobró el sentido de su existencia, se aferró a el con uñas y dientes en desesperación por jamás volver a olvidar lo que era tener sentido.

Lo que era estar vivo.

Y lo aprecio.

Cada segundo, cada instante que parece pasajero él lo adoro con su alma, encontró personas que lo amaban y amaba, derramó sangre y aguantó palizas que destrozaban su cuerpo. Su espíritu jamás le permitió retroceder, porque jamás se perdonaría si volviera a hundirse en la soledad, le aterraba.
Por eso nunca se arrepintió, tuvo altibajos, momentos donde su propio desprecio abrumo su cordura. Tuvo la decencia de escuchar a la persona que siempre estuvo a su lado y aguantó sus tonterías, confiando en él a pesar del fracaso que era.

Hace no mucho tiempo él había logrado reescribir un futuro perfecto. Un sueño que ni en sus más irreales fantasías logró plasmar, fue feliz, pero como todas las veces, nunca fue suficiente.

Aún faltaba algo, alguien.

Una presencia que se logró introducir en su alma de una manera como ningún otra.

Sin él, no está completo.

Su ausencia sería un recordatorio constante de haber fallado, de no haber salvado a todos.

Dejo atrás un lugar donde pudo haber sido feliz. Donde, si cerraba los ojos, nadie faltaría, viviría junto a su amada, comprarían una pequeña casa para ambos incluso si eso significara estar apretados cuando sus amigos lleguen a visitarlos.

Le dijeron que todo era lo mejor, que no menospreciara el sacrificio de los caídos y de él.

Estaría insultando sus esfuerzos si era demasiado codicioso.

Pero eso no era lo que Manjiro quería.

Sabia cuán aterrador era el permanecer solo, en lo vacío que puede sentirse un corazón mirando a la distancia la vida que nunca podrá alcanzar, sabia, más que nadie, que Manjiro Sano creía firmemente que el no merecía un futuro semejante al de sus amigos.

El era terco, tanto como alguna vez lo fue el invencible Mikey.

Si sobrevivía a esto, elegiría volver a perseguir la sombra de un muchacho que escondía un corazón desbordante de amor.

Cuantas veces haga falta.

No le importa cuántas veces más tendrá que salirse de su propio tiempo.

No le importa convertirse en un maldito insistente si eso logrará que Manjiro por fin vea su valor. Que aún hay personas que quieren tenerlo a su lado, ser su soporte como él fue el de ellos. Que están dispuestos a escuchar todo lo que su alma rota está acumulando.

Después de todo, su vida a estado llena de desgracias.

Si fallaba aquí.

Si tuviera que escoger una nueva vida...


Unas luces intensas bañaron su piel y sus cabellos pintados de oro brillaron. El chirrido de las ruedas que solo aumentaban la velocidad no hizo más que estremecer su cuerpo. Sin embargo, no tenía miedo, la herida sangrante en su pecho por el filo de una katana le parecía más preocupante que la peligrosa proximidad de la cabina de acero. El dolor agudo en su pierna que le impedía levantarse, saltar o lo que fuera con tal de salir de las vías de tren le parecía irritante.

Todo había salido mal.

El destino se estaba burlando de él atrapandolo en el mismo final que comenzó todo.

Takemichi se encontró con la oscuridad que se acercaba de los ojos de Mikey, que actualmente lo único que expresaban era terror.

Ah, sabia que aún estabas ahí.

Él lo valía todo. Ellos lo valen todo.

Por él, se perdería en el tiempo una y otra vez hasta lograr, hasta escribir el final que siempre espero conseguir, su final.

Él lo escribiría con su propio puño y letra desde cero.

Si tuviera que elegir un nuevo inicio...

"Elegiría volver a conocerte." En un último acto de esperanza, Takemichi extendió su mano a Manjiro, él intentó tomarla.

"¡Takemichi levántate!" Chifuyu corría por el costado de las vías, su voz apenas saliendo por el pánico burbujeante en su estómago, la cabina de mando del tren estaba dejándolo atrás. No iba a alcanzarlo.

"¡Aléjate Mikey!" Wakaza apretó su puño alrededor de la camiseta de Manjiro, jalando su cuerpo.

Las dos manos que estaban por entrelazarse, recibieron un suave roce de dedos pálidos y temblorosos.

"¡Takemichi!"

A Takemichi le fue imposible contener las lágrimas.

Le fue imposible, no temerle a la silenciosa oscuridad que le dio la bienvenida.

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■001■
.—Hilo de vida—.

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