"Dime, Wooyoung, ¿pagarías 46 mil millones de wones por un beso mío?"
"Por supuesto."
Jamás tendría la osadía de apuntar con el dedo a alguien por extrañarse al ver cómo un joven tan práctico como yo cae de lleno en las fauces de la más seductora de las ilusiones. Ahora mismo, doy las gracias por guardar a buen recaudo mi lado tacaño y realista. De lo contrario, las miradas entrometidas serían alimentadas por grandes cantidades de incredulidad. Yo, Jung Wooyoung, alguien condenado a la sensatez y a admirar el porvenir tras una capa empañada, he perdido por completo el juicio.
San se ha esforzado por arrebatármelo hasta en tres ocasiones esta noche. Y lo peor de todo es que yo se lo he permitido.
Si el inexistente raciocinio no voló de golpe con el primer roce de nuestras bocas, fue porque él se empeñó en regresarme a la realidad para exigirme que correspondiera el beso.
Los cimientos que me constituyen se tambalearon peligrosamente una segunda vez cuando tuvo el descaro de colocarse sobre mí. El suelo arenoso me salvó de poder seguir cayendo más bajo.
Del último de los intentos todavía no me he recuperado, ni creo que lo haga en una temporada. No con el calor de sus dedos entrelazados con los míos persiguiéndome o los silbidos de nuestros amigos dándonos la bienvenida. San no parece incómodo con sus estúpidos comentarios, ni tampoco con el color rojo adueñándose de las puntas de mis orejas.
Ciertamente, no es la primera vez que caminamos sujetos de la mano, ni será la última. Pero, por alguna razón que creo saber bien cuál es, la sensación se ha transformado en una completamente distinta. En anhelo y admiración.
—¿Dónde está Mingi?— cambio de tema en un intento por disimular y desviar la atención en otra dirección. Si no logro regresar a la normalidad pronto, esos ojos fisgones aprenderán a leerme el pensamiento y no hay cosa más espeluznante que esa. Porque una vez descubran lo acontecido entre San y yo, no nos dejarán escabullirnos hasta que contestemos todas y cada una de sus incómodas preguntas.
El reloj de arena ha sido volteado de nuevo para anunciar un final inalterable. Es cuestión de tiempo que el último de los granos sucumba a la gravedad.
—Seonghwa se lo ha llevado dentro para curarle el pie mientras nosotros recogemos esto.— explica Jongho aproximándose a mí. No sabría decir si las pronunciadas bolsas bajo sus ojos han sido provocadas por el agotamiento o el exceso de diversión, pero, definitivamente, las prefiero a tener que enfrentarme a una de sus muecas insinuantes. —Bueno, qué, ¿os habéis arreglado? Porque... — con toda su desfachatez, me mira de arriba abajo para, después, bufar. —...yo diría que te ha dejado más estropeado que antes.
Sin pensármelo, empleo ambas manos para cubrirle la boca con pánico. Luego, entre quejas, me atrevo a mirar de soslayo para cerciorarme de que nadie más ha escuchado lo que acaba de susurrarme.
—Cállate. ¿O es que quieres que te arranque la lengua?— advierto entre dientes, mi mandíbula está tan rígida que podría hacerse añicos con un mal movimiento. Pero Choi Jongho no es de los que se dejan amedrentar por cualquiera, menos aún, por un pobre desgraciado como yo.
—Inténtalo si tienes cojones.
—¡EH!— nuestros rostros se giran al unísono en un mismo sentido para observar a Yeosang abandonar su posición encorvada junto a la fogata y abordarnos con fastidio. Para cuando quiero darme cuenta, me encuentro completamente solo y con una bolsa de plástico a medio llenar pegada al torso. —A limpiar, venga. Aquí no se libra ni el espíritu de la casa.
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✦ Sı tᥙʋɩᥱɾᥲ 𝟰𝟲 𝒎𝒊𝒍 𝒎𝒊𝒍𝒍𝒐𝒏𝒆𝒔 de ₩ᴏηєѕ [SPANISH] ✦
FanfictionEn un mundo donde el engaño es la técnica más utilizada para guardar apariencias, Jung Wooyoung está empecinado en superar límites y no colapsar ante la presión. No obstante, sobrevivir nunca se tornó tan sofocante como tratar de superar el caos ll...