"Si tuviera cuarenta y seis mil millones de wones... "
"...dejaría de fingir porque no tendría que ocultar lo caótica que es mi vida."
Las rutinas van acompañadas de una fecha de caducidad que en ocasiones es imposible visualizar. A medida que las manecillas de los viejos relojes de cuco se deslizan y anuncian una hora menos de existencia, los imprevistos aguardan para entrar en escena y arrasar con las costumbres a las que ansiamos aferrarnos.
Porque nada puede salir mal si cumplimos con ellas al milímetro, ¿verdad?
Nos dotan de falsa esperanza, de una seguridad pasajera que se disipa entre nuestros dedos antes de permitirnos siquiera tratar de retenerla. Y entonces, los cambios entran en acción y nos obligan a adaptarnos.
Existen transformaciones provocadas por sucesos nocivos, borrascas huracanadas empeñadas en prolongar su estancia y marcar de forma única. Normalmente, persisten con el pasar de los años, ocultas en aquellos recovecos entre huesos, músculos y órganos.
Pero no son las únicas, los cambios no necesariamente están ligados a la angustia. A veces, tan solo se basan en ser impredecibles. Se aproximan con una sutileza insólita para mantener el factor sorpresa hasta el último instante y privar de reacción a sus víctimas. No, no desconsuelan. No directamente. Aunque son igual de complejos de asimilar y aceptar.
Fue en mis últimos años de secundaria cuando el temido salto a la adultez cobró consistencia y comenzó a acecharme por las noches. Irónico en boca de un habitante de los bajos barrios de Seúl que presume de estar capacitado para afrontar eventualidades. No. Nada más lejos de la realidad. Yo, Jung Wooyoung, consciente del valor que contienen aquellas personas que me importan, no salí impune del miedo al abandono de mis mejores amistades.
Tampoco del terror de tener que escoger.
Cada persona es arrastrada por el peso de sus propias elecciones. En el arte de las apuestas, tan solo quienes poseen un ojo crítico y tenaz llegan a la cima de sus objetivos. Siempre he tenido presente que mis decisiones acarrean mayores consecuencias que las de la mayoría, que pesan más de lo que deberían. Por eso, hace años que renuncié a alimentar sueños imposibles.
Burdas fantasías que si alguna vez se blandieron de significado, fueron despojadas de él en cuanto en casa apareció una boca más que alimentar.
—¡EH! ¡Serás cabrón! ¿¡Qué se supone que haces!?
No obstante, es un error humano olvidar que la distancia se vuelve ridícula para quienes no desean separarse. Que el olvido no es una opción válida cuando los lazos arden incluso con mayor intensidad que el primer día. Por eso, mi grupo de amigos y yo seguiremos unidos hasta nuestro último aliento.
Cuando aún teníamos diecisiete años, si mi yo del futuro me hubiera mostrado un anticipo de Jongho riéndose a mi lado cual psicópata, mi inseguridad habría flaqueado. El que antaño fue pelirrojo y ahora ha regresado al moreno, se sitúa acomodado contra la pared de su cama, esforzándose por dejar fuera de juego a mi personaje. Los únicos sonidos que nos envuelven son los botones siendo pulsados con fiereza, mis reiteradas quejas y esas carcajadas que me ponen los pelos de punta.
—A estas alturas, dudo que dejes de ser tan jodidamente malo, Woo.— quiere que pierda la concentración que me queda para darme el jaque mate, pero mis ansias por alzarme victorioso siguen intactas. —Ocho años. Ocho. Y todavía no sabes jugar al Call of Duty, penoso.
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✦ Sı tᥙʋɩᥱɾᥲ 𝟰𝟲 𝒎𝒊𝒍 𝒎𝒊𝒍𝒍𝒐𝒏𝒆𝒔 de ₩ᴏηєѕ [SPANISH] ✦
FanfictionEn un mundo donde el engaño es la técnica más utilizada para guardar apariencias, Jung Wooyoung está empecinado en superar límites y no colapsar ante la presión. No obstante, sobrevivir nunca se tornó tan sofocante como tratar de superar el caos ll...