Parte 3 - Desazón: entre achares tormentosos y sorpresas insoportables

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"Si tuviera cuarenta y seis mil millones de wones... "

"...tal vez encontraría el valor para dejar de sabotearme y mostrar esa faceta oculta que nadie conoce."


El pasado constituye un episodio esencial en toda existencia. Es el que determina orígenes y establece personalidades. Capítulo contenedor de traumas no superados, amores platónicos o asuntos sin resolver que continúan presentes en la actualidad. Muchos están compuestos por grandes dosis de sufrimiento e incomprensión, pero también son esas mismas pesadillas las que nos fortalecen.

Congojas insondables que colaboran en el desarrollo de la identidad y que justifican los comportamientos más primarios.

Son páginas previas del libro que conforma toda una vida, aquellas ya escritas que pueden revisarse con nostalgia o emoción. Con arrepentimiento incluso. Pero no con la intención de ser reescritas, ya que se trata de memorias grabadas con tinta imborrable sobre corazón y alma.

Si poseyera la habilidad de manejar el tiempo, sé que hallaría decisiones que retractar o conversaciones que evitar. Estaría tentado a realizar cambios en diversos episodios, regalaría consejos de sabio a mi yo más joven. No obstante, también soy consciente de que la trama principal continuaría intacta.

Aunque lograra sacar a la superficie la mejor versión de mí mismo, no traería consigo alteraciones significativas porque ya he agotado todos los recursos viables. El porvenir que debía asomar en la lejanía sigue mostrándose inalcanzable y las partidas son limitadas.

Más jugadores, menos oportunidades. Y yo: falto de ases en la manga.

Si bien es cierto que he logrado avances que previamente ni siquiera podía materializar, estos vienen de la mano de pequeños desastres.

Cuando el universo regala, también arrebata. Son las reglas no escritas que solemos obviar y que, a largo plazo, pasan factura.

Hace dos años, terminé de reunir los ahorros para independizarme. Jongho, Seonghwa y yo nos mudamos a un apartamento de tres habitaciones con cocina, baño y salón. Cinco veces más amplio que aquello que siempre he conocido. El mes próximo, una nueva ordenanza sobre salud pública obligó a desalojar familias enteras residiendo en mi antiguo barrio y tuve que cubrir aquellos gastos que las ayudas públicas no alcanzaban.

Mi cuenta bancaria se quedó al borde de la ruina. Y aún no se ha recuperado de la contrariedad.

A mediados de este año me gradué con un expediente impecable y un futuro prometedor por delante. Pero sin una especialización posterior para la que no existen becas del gobierno, solo me queda comenzar la escalada desde el último peldaño. Como siempre he hecho.

Llevo semanas visitando oficinas que no se molestan en devolver la llamada, bordando entrevistas que vacilan a la hora de apostar por un novato con poca experiencia laboral y demasiada en las complicaciones de la vida. Regalan falsas esperanzas y sonrisas aduladoras que ya no hacen mella en mí.

Me gustaría ser optimista y concienciarme de que no soy la causa de ese obstáculo. De lo contrario, también me considerarían un completo inepto en empleos de menor rango. A falta del puesto de becario en un bufete de abogados, vuelco mis desengaños en el restaurante de pollo frito donde me han contratado a jornada completa. Y además, algunos fines de semana ayudo con la vigilancia de un recinto privado.

Podría resignarme a un sueldo justo que me diera para comer y sobrevivir. Pero tras batallar prácticamente toda mi juventud, aspiro a tener algo mejor. Aquello que merezco.

✦ Sı tᥙʋɩᥱɾᥲ 𝟰𝟲 𝒎𝒊𝒍 𝒎𝒊𝒍𝒍𝒐𝒏𝒆𝒔 de ₩ᴏηєѕ [SPANISH] ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora