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9:30 de la mañana. Abro los ojos y veo que unos brazos rodean mi cintura, y veo a Pablo durmiendo. Está tan mono y tan guapo durmiendo que cojo el móvil y le echo una foto.

- Pablo despierta- digo desperezándome un poco.

- Mmmh?

- Despierta, tienes entrenamiento.

- Mh, es verdad- dice con voz ronca, definitivamente ya me he enamorado.

- Venga vamos- me levanto de mi cama y me acomodo el pijama.- Te espero abajo- asiente con la cabeza y bajo a hacernos el desayuno.

Algo simple, una macedonia de frutas con zumo de naranja. Baja a los cinco minutos ya vestido.

- Mira, hoy he sido flash vistiéndome- lleva el chándal del equipo y unas Nike.

- Ya veo, aquí tienes- le paso el bol de frutas y el vaso.

- Muchas gracias enana.- desayuna rápido y se despide.

Sale de casa y yo aprovecho para recoger un poco el desorden. Meto los boles en el lavavajillas y enciendo el Roomba, dirijo la ruta para que barra y aspire y me voy arriba a limpiar. Ya habían motas de polvo, y eso que solo llevaba semanas aquí.

[...]

Tocan al timbre y voy a abrir. Veo a un repartidor con una caja.

- Olaya Martín?- asiento y me da la caja. Se despide y cojo unas tijeras para abrirla.

Al abrirla veo muchos pétalos rojos y un vestido rojo realmente precioso. Tiene pedrería en la zona del pecho y de cintura para abajo es todo rojo. Saco el vestido y veo una nota.

Ponte este vestido por la noche, pasaré a recogerte.
Pablito

Colgué el vestido en el salón con una percha, y subí a arreglarme. Eran ya las ocho de la tarde y Pablo solo me había dado media hora aproximadamente para arreglarme, y sabe lo que tardo.
Me doy una ducha, me ondulo el pelo y me maquillo básicamente. Para retocar me pongo un pintalabios rojo, como el vestido. Abro la cremallera del vestido y me lo coloco con sumo cuidado. El vestido resalta las curvas y el culo que tengo, más de lo normal. Esto le va a volver loco a Pablo.

Suena el timbre por segunda vez en todo el día. Veo a un Pablo con americana y pantalones, y unos zapatos.

- Pero qué guapo andas- comento nada más verle.

- Me están entrando unas ganas de arrancarte el vestido y follarte, pero me aguanto- dice y yo solo puedo reír de lo nerviosa que estoy.- Vente- coge mi mano y me sube en su coche.

[...]

Minutos después, llegamos a un restaurante demasiado pijo para mi gusto, pero es bonito. Pasamos adentro y hay parejas y grupos de amigos comiendo, todos van muy bien arreglados y los platos son una locura.
Nos dirigimos a la mesa que ha elegido la camarera.

Comemos mientras hablamos tranquilamente y nos contamos anécdotas, poco más y Pablo se sabe ya mi vida entera.
Pero algo que he notado es que está muy nervioso desde que hemos entrado al restaurante. Al fin y al cabo, no le he dicho nada.

- Olaya mírame- le miro a los ojos y noto cierto nerviosismo de su parte, coge mis manos sutilmente y las acaricia.- Quiero decirte algo.

- Dime- le lanzo una sonrisa tranquilizadora, pero sigue nervioso.

- Bueno ehm sé que llevamos poco tiempo conociéndonos, pero estas semanas han servido lo suficiente para que me demuestres como eres. La verdad, me vuelves loco. Desde que te vi aquella vez en el aeropuerto, no he parado de pensar en ti; incluso le pedí ayuda a Pedri para poder conquistarte, que al final veo que lo he conseguido- suelto una carcajada-. Y lo que quería decirte era que si quieres ser mi novia?

En esos momentos mi corazón iba a una
velocidad, que se me salía del pecho.

- Claro que si Pablito!- digo levantándome para darle un beso.

Sin importarme quien estuviese dentro, se lo planté. Cuando nos separamos, saca una cajita con dos pulseritas finas, con las iniciales de cada uno. Me la coloca en la muñeca derecha, me ha convertido en la chica más feliz del mundo. Sus ojos tienen un brillo que ojalá verlo todos los días, repaso cada parte de su cara con mis ojos. Sus labios carnosos, sus ojos marrones, la nariz perfecta...

Efímero || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora