14. Epifanía

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Epifanía

Ethan y Sally habían rechazado quedarse en un hotel, les urgía tener un ápice de privacidad más íntimo. Ese tiempo a solas los llamaba con cada mirada que se lanzaban en el ascensor. Se lanzaban miradas pícaras, coquetas, de esas que llamamos "miradas que penetran hasta el alma" Pero claramente Ethan iba a por más que solo penetrar el alma de su amada.

Enfrente de sus guardaespaldas, sacó su teléfono y le envió un mensaje "sucio" a su amada Sally, y él jamás olvidará la reacción de ella. Se ruborizó tanto que se puso nerviosa, y dejó salir una risa inocente pero picara.

— Largo, todos. — Ella obligó a los tres hombres que los protegían a salir del ascensor en menos de un minuto. Ethan tenía una ceja levantada, y una sonrisa pervertida de galán.¿Qué iba a hacer ella? Más bien, ¿Qué le iba a hacer? Involuntariamente se mordió el labio inferior y bajó la vista lentamente recorriendo sin censura a Sally.

El oxígeno en ese ascensor se estaba agotando.

Y es que la mirada de ella lo decía todo.

Ella se acercó lentamente a él y lo besó. Beso ardiente y pasional de solo los que ella podía dar, solo los de ella que hacían a Ethan rogar por más. Luego, se arrodilló a su lado. El ascensor se había detenido, habían llegado a su destino.

— Quiero decirte que eres el mejor hombre del mundo. Que eres el hombre de mi vida, que te pienso cada segundo de mi existencia. Te amo, y deseo con todo mi corazón que estés a mi lado por siempre. Quiero ser tu amiga, tu amante y confidente. Sé que eres alguien que iría al fin del mundo por mí, ya hemos estado ahí y estoy segura que daría mi vida por ti. No quiero que esto jamás termine, quiero protegerte siempre.... Sólo quiero hacerte una pregunta  ¿Podrías darme el honor de ser tu esposa? Porque no sé qué sería de mí si no te tuviera. Ethan, cásate conmigo, no puedo vivir sin ti.

Ella estaba hecha un mar de lágrimas. Y no dejaba de ver a los hermosos ojos de Ethan. Él no esperó ni tres segundos para tomarla de las manos y besarlas.

— Te amo ayer, hoy y mañana.Y todos los días de mi existencia, quiero ser tu esposo por siempre y para siempre. Ven aquí amor.

Sally se levantó para abrazarlo con un beso.

— Iba a matarte si decias que no.

— Te embaracé, no tenía escapatoria.

Sally explotó en carcajadas. 

— No quiero interrumpir... pero tengo galletas que vender. — La voz de una niña de 10 años los tomó por sorpresa. Vestía su boina, y su uniforme de niña exploradora. Traía un carrito rojo con galletas de avena y chocolate. Había presenciado esa propuesta, pero era momento de irse y Sally y Ethan no cedían espacio. — Mis papás dicen que los adultos deben de besarse en secreto, puedo voltear si gustan pero deseo ir a lobby.

Sally y Ethan salieron sonrojados del ascensor. Y al cerrarse las puertas un viejo apartamento les trajo recuerdos, ese departamento si tenía historia. Decidieron escoger el apartamento de Sally por motivos sentimentales. Pudieron haber comprado una casa, o buscado un departamento más grande sabiendo las condiciones de Ethan, pero querían abordar esos recuerdos desde cuando empezaban a conocerse, a enamorarse.

Querían tener esas travesuras  que hacía Sally con él, como el día en que hubo una falla eléctrica en el edificio.

Sally acomodó a Ethan en su cama, y ella en mente siempre tenía la opción del sofá, era consciente de que estaban melosos, calientes, pero durmiendo siempre con Ethan no sería la mejor solución para los dos. Además, su pancita crecía, ella se miraba todos los días en el espejo analizando el proceso, se encantaba. No podía esperar a tener a esa criatura en brazos. Cerraba los ojos imaginando a Ethan, cargándolo en sus brazos, amamantándolo, y jugando con él. Esa era la imagen que jamás imaginó que anhelaba tanto.

Se dio una corta ducha, y luego buscó a Ethan en la cama y durmieron un poco.

(...)

Susan tomó las tijeras del baño, y las estrelló en el espejo. James, había sido claro con ella. Su venganza era clara y justificable, pero los celos de Susan ya lo estaban hartando. Era maniatica y posesiva, y recientemente adicta al sexo.

Había sucedido una epifanía en la vida de James, sabía que la venganza para Susan era lo más importante y trascendental que había hecho en su vida, tener éxito sería su más grande legado, pero tenían a los policías hasta el cuello, la comida era escasa, y había descubierto que apenas soportaba a la mujer con que dormía. Después de un sueño ligero, él había llegado a su límite.

— ¡Quiero que te largues! ¡Traidor! — ella se acercó a él con sus uñas y rasgó su rostro, él la sujetó de las muñecas con su fuerza varonil tomó ventaja pero solo por unos segundos. Ella alzó su rodilla atinando en su entrepierna, para luego soltarse y volverlo a golpear. Susan apenas era una bomba a punto de explotar.

— Voy a matarte, James.

Corrío a la cocina en busca de un cuchillo pero cuando regresó, James ya no estaba en el mugriento apartamento que habían logrado conseguir. Susan se había quedado sola.

En el camino apresurado, reflexionó sobre si había hecho lo correcto, sabía que no iba a ser perdonado por lo que había hecho, pero si se apartaba de la venganza, si desistía, lograría huir lejos y sería olvidado por todos. Ser olvidado, el no existir era mejor que vivir con el constante repudio y temor por lo que había ocasionado.

Esa mañana, después de ese sueño ligero, reflexionó en su maldad, sabía que el infierno lo recibiría con los brazos abiertos para pagar una condena dolorosa, pero si permanecía junto a esa mujer que yacía desnuda a su lado, respirando pacíficamente como si él fuera la gota de confianza más profunda que jamás haya tenido, sabía que juntos iban a estar juntos hasta en el infierno y eso lo asustó. Pero antes, debía hacer algo. Debía tomar las riendas de su vida, aunque eso fuera lo último que hiciera en este mundo.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2022 ⏰

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