01
PISTAS
Cuatro meses después.
Era de noche, la lluvia caía terriblemente sobre la histórica ciudad de Londres. Los relámpagos eran potentes y los recuerdos estaban presentes. El aire a pesar de estar contaminado era fresco, y las luces de los autos en el asfalto parecían estrellas en la tierra. Ethan lo sabía. Las gotas gordas de esa terrible tormenta azotaban con gloria su cara, necesitaba despertarse. Necesitaba reaccionar, darse cuenta que seguía vivo y que tenía que luchar, que tenía que recordar, confiar y amar.
Todo había pasado tan rápido, sus recuerdos todavía lo atemorizaban antes de dormir y sus anhelos más prohibidos aparecían en sus sueños para lastimarlo sin piedad.
Una ráfaga de furia entró en él, pero él se defendió arrojando al suelo el vaso de Whisky y dando un grito profundo liberando su dolor. Los pedazos de vidrios se habían esparcido de una manera tan extrema que hasta él mismo pudo hacer la comparación. Esos pedazos rotos eran lo que quedaba de su corazón.
El sonido de la puerta, lo distrajo por un momento.
—El señor Potter se encuentra aquí. —mencionó alguien de su personal detrás de la puerta.
—Dile que bajaré en seguida. — habló Ethan mordiéndose la lengua.
Tomó su bastón con más cólera posible, avanzó a servirse otro vaso de whisky y lo tomó como si esa era la única salida, su salvación. Despacio caminó hacia la puerta, odiaba en serio ese bastón más que nada, odiaba su situación, odiaba su ser, odiaba cada átomo de si mismo y más odiaba la forma lenta en que caminaba. El decía que caminaba como un pingüino pero que a veces como un borracho a punto de caerse en la acera de una calle. Lo único que le alegraba era que su recuperación estaba siendo lenta pero eficaz, y que se había desecho de la silla de rueda y las muletas. Pronto iba a caminar de forma normal, como antes, antes de conocer a Sally Midwinter, su mayor perdición y dolor.
Abrió la puerta de su habitación con seguridad y atravesó el largo pasillo con ansiedad hasta llegar a su pequeño estudio. Su apartamento era de una sola planta por su situación, en serio estaría loco si viviera en su antigua mansión tendiendo solo una pierna buena. También cabe mencionar que su apartamento no era grande y que Londres sabe muy bien como ocultar el pasado a la perfección. Era un refugio que lo mantenía con vida.
Cuando llegó a su estudio, su sirviente lo esperaba, él mismo le abrió la puerta y Ethan entró.
Un hombre delgado de mediana edad, con cabello espeso de color negro se encontraba sentado esperándolo. Aún llevaba puesto su abrigo de media costura negro y sostenía su sombrero con tanta fuerza que no lo podía soportar. Al sentir la presencia de Ethan Fox se levantó de su lugar y lo saludó dándole las buenas noches.
— Señor Potter. — la voz de Ethan estaba llena de seguridad pero su alma tenía profanada tanta angustia que ni el mismísimo Papa podía calmarlo y limpiarlo.
— Señor Fox, me alegra que me reciba. Ha estado evitándome.
— Siéntese y no malinterprete las cosas. — respondió tosco.
Ethan caminó hacia su asiento detrás del escritorio y se sentó.
— No lo he evitado, le he dado tiempo para que me traiga respuestas. ¿Trajo respuestas o tendré que esperar más meses para tener una mísera pista? He confiado en usted, no me siga decepcionando, le advierto.
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Nosotros Es Igual A Nada 2
RomanceSegunda Parte de la novela Nosotros Es Igual A Nada.