Adiós
Ethan no durmió en toda la noche, de la misma forma que Sally no había dormido en su habitación con él. Estaba herido, y secretamente había derramado lágrimas cuando Sally hacía sus maletas y cambiaba de habitación.
"Tú necesitas tu espacio y yo el mío" — había logrado decir ella con las mejillas rojas y el corazón herido. — "Y es una pena que no nos hayamos casado antes, de lo contrario nuestro divorcio te hubiera dejando en quiebra"
"Estoy seguro que en el prenupcial que hubiéramos firmado no iba a decir eso" — Admitió él
"Me estoy mudando de habitación nada más para no aguantar esta faceta irritable tuya, vendré todos los días a verte. Que ya no me quiera casar contigo no me abstiene de amarte. Además, teniéndote cerca tengo más calma"
"Me amas, dices tú. Es el primer problema que tenemos como pareja y ya me estás dejando ¿va a ser siempre así?"
"No te estoy dejando, solo ya no me quiero casar contigo, me estoy cambiando de habitación para no escuchar más tus ideas dementes. Hasta no tener un resultado de ADN me rehuso a verte como hombre"
"Dudo que eso te funcione, te encanta abrirme las piernas"
"¡No me faltes el respeto!"
Sally no aguantó y tiró la primera cosa que miró, una brocha de maquillaje que estaba empacando en su neceser, que fructuosamente cayó en la pared y ni siquiera rosó a Ethan. Él solo carcajeó por su puntería paupérrima. Esta versión de él era nueva, se sentía incómodo, tenía mucha furia dentro de él, quería desahogarse y el único arma a su favor era su lengua, sus palabras. Sabía que le hacía daño, pero presentía que su Sally lo iba a perdonar. Sentía que todo se iba a solucionar.
Si tan solo su pierna estuviera sana, él sin duda la hubiera retenido entre sus brazos, la hubiera ahogado a besos y le hubiera hecho el amor en minutos sólo para no dejarla escapar. Pero, se limitó a mirarla curioso, herido. Sally había cerrado la pequeña maleta y salió por la puerta como una presa que era perseguida por un león.
Él trató de levantarse, tomando impulso con su propio cuerpo, pero el medicamento empezó hacer efecto, sentía que su cabeza se debilitaba y una leve presión en sus ojos lo atormentaba. Quiso luchar contra el sueño, pero no cedió su cuerpo.
(...)
Durante la noche, Alec había entrado hecho una furia a la nueva habitación de Sally. Ella fue sorprendida con cepillo de dientes en mano, espuma en la boca y una bata de baño negra.
— Eres una desalmada, sé que las mujeres son venenosas pero ¿Tenías que terminar tu compromiso con él cuando está incapacitado? Pensé que lo amabas en serio, Sally. Ese hombre se ha sacrificado por ti de muchas formas y tú lo abandonas cuando te necesita.
— Mi relación con Ethan no te incumbe para nada. — logró articular ella.
— ¿No me incumbe? Es el padre de tu hijo, carajo. Tu eres mi hermana, Sally ¿qué has hecho? Tienen que perdonarse.
— Es una historia complicada y no quiero seguir llorando más. Así que no te lo puedo contar ahora.
Y era cierto, ella no mentía, después de que Sally saliera de aquella habitación, no dejó de llorar hasta que tomó una ducha, se culpaba por lo que estaba pasando. Le dolían las palabras que dijo él, ¿en serio eso pensaba él de ella? ¿Lo único bueno de su relación había sido sólo el sexo? Apenas unas horas habían pasado y ya lo extrañaba, pero ella sabía que era lo mejor que debía pasar.
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Nosotros Es Igual A Nada 2
RomantizmSegunda Parte de la novela Nosotros Es Igual A Nada.