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Abrí la puerta de entrada de mi casa, bueno, ni siquiera mi casa era pero ahí vivía, temporalmente, o quizás hasta que mi abuelo se muriera, aunque no parecía pasar pronto.

Pasé rápidamente por la sucia mal oliente cocina tratando de no tocar nada, caminé por la sala de estar y pasé por un lado de las escaleras, para llegar a la habitación de mi abuelo y decirle que ya había llegado, se me hacía algo innecesario, pero mi mamá decía que lo hiciera.

—Ya llegué—murmuré seca.

Lo vi acostado y tapado entre aquellas calientes cobijas. La luz que entraba por la ventana iluminaba un poco la habitación, y aquella vela en la cómoda le daba luz a la foto de mi abuela, fallecida ya hace casi un año.

No me gustaba entrar a la habitación, cada que me sentaba en la cama, cerca de la foto, sentía algo inexplicable, como si una presencia estuviera ahí, prefería llegar a la entrada y no pasar.

—¡Qué bien! ¿Cómo te fue?—abrió los ojos y trató de sacarme plática mientras se sentaba lentamente en la cama.

—No sé, normal. Supongo—expresé en un susurro yéndome de ahí. Regresé a la sala de estar y tomé del sofá mi computador que había dejado la noche anterior ahí. Posteriormente, subí las escaleras y entré a la primera habitación a la derecha, la que era mía temporalmente. Di unos pasos para llegar a la cama, donde dejé el computador y dejé caer la mochila al suelo, luego, regresé a la puerta y la cerré.

Mi celular en la mano comenzó vibrar y se encendió, notificaciones del grupo en WhatsApp de la escuela inundaron mi pantalla de bloqueo. Me senté en la cama, y abrí el computador, toqué en botón de encendido y mientras se encendía abrí los mensajes.

Después de leer la mayoría y guardar los stickers que mandaban me salí de la aplicación y apagué el celular, lo dejé a mi lado y me concentré en el computador, abrí Google y en el buscador tecleé "Netflix", entré a mi cuenta y en "Mi Lista" di click en la primera película que me apareció.

La noche anterior había estado guardando películas que recomendaban, no me interesaba la descripción ni el nombre de la película, solo las ponía para hacer otra cosa. No me gustaba verlas, me estresaba; prefería ponerlas para escucharlas mientras hacía tareas o acomodaba algo.

Y al final, nunca lograba concentrarme en la película.

La película ya iba a la mitad cuando escuché la puerta abrirse, la pausé y miré la puerta.

—¿Cómo te fue en tu primer día de clases, Vannia?—preguntó mi madre con una sonrisa. Tenía los dientes perfectos, una sonrisa perfecta, ojos..., bueno no sabía de que color y una cabellera rubia, o castaña, tampoco lo sabía con claridad...—¿Te tocó estar con Leonora?

Leonora, mi mejor amiga desde los doce años, y la única... Era la única persona en el mundo que me aguantaba, la que me entendía, me escuchaba y la única con la que chateaba.

Éramos totalmente diferentes, hasta en lo físico. Ella era morena con cabello afro, que por cierto, yo amaba despeinar y tocar, lo cuidaba demasiado y a veces se enojaba.

—Sí—fingí una sonrisa. Sí me había tocado con ella, pero también con otra compañera con la que no me llevaba bien y no quería que pusiera a todos en mi contra, ya que en secundaria ella junto con toda la clase se encargaron de burlarse de mí y hacer mis tres años de secundaria un infierno. Quería un año escolar normal, quería no estresarme, no sentirme deprimida y tener que volver a aislarme—¿Qué vamos a comer?—pregunté.

—¿Quieres ramen?—preguntó aún sonriendo. Ella sabía que me encantaban. Ahora sonreí de verdad y asentí con la cabeza—De acuerdo, ahorita te la traigo.

AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora