Despertaste abruptamente por los ruidos de tu vecino maldiciendo, no entendías bien de que era pero pensaste que capas se trataba de la mudanza, que habría algún retraso o algo así. Todavía no habías tenido la oportunidad de agradecerle por haberte ayudado el día anterior así que decidiste que hornear unas galletas sería la mejor opción, a quien no le gustan las galletas? Además todos en tu vida siempre halagaron tu talento culinario. Si bien no era el mejor plato del universo, vendría bien con un poco de té. Te decidiste por galletas con chispas de chocolate, algo simple pero dulce para pasar el momento, con los auriculares a todo volumen te pusiste en modo manos a la obra, mientras cantabas las canciones alegremente. Mientras se horneaban, te diste una ducha, te cambiaste de ropa y te pusiste perfume, no sabías bien porque te estabas arreglando tanto si era entregar las galletas y nada más, sabías que el no estaba de muy buen humor y no querías molestarlo.
Golpeaste la puerta con un nudo en el estómago, te ponía nerviosa volver a verlo, sabías que era un hombre guapo pero no querías ilusionarte ya que sabías que de seguro tenía esposa y probablemente hijos.
Un ruido de botellas estrellándose contra el piso te hizo salir de tu trance abruptamente, con unas cuantas malas palabras el hombre alto de ojos azules abrió la puerta quedándose duro al verte tan chiquita e indefensa con ese plato lleno de galletas, una sonrisa vergonzosa cubría tus labios y con un suspiro te sonrió rogando que no hayas escuchado eso, lo cual era imposible.
"Quería agradecerte por ayudarme con las bolsas ayer, espero que te gusten las galletas de chispas de chocolate..." Te interrumpió el hecho de que su sonrisa se empiece a dibujar en aquel rostro tan hermoso.
"Pues, pasa" te dijo amablemente, como si fuera que lo ocurrido hace un minuto nunca pasó, su voz tan dulce te guió hacia adentro de su departamento. Cuando se decidió a agarrar una de las galletas notaste como su mano sangraba y lo miraste con preocupación, sin signos de alguna persona en el departamento además de ustedes dos dejaste el plato sobre una mesa y corriste a la cocina, no te importo mucho que no fuese tu lugar, confundido Tom te siguió dando pasos largos y escaneando cada movimiento tuyo.
"Te has cortado" empujaste con suavidad su mano hacia el fregadero, abriste el agua y limpiar su herida, en todo esto Tom dejaba que hagas con él lo que quieras sin pensar mucho en el dolor, por su mente recorrían un millón de preguntas pero más que nada el porqué estabas tan asustada y tan desesperada en ayudarlo, el corte no era profundo ni tampoco grande pero con una curita terminaste tu trabajo.
"Gracias... T/N, yo..." Intentó explicarse pero no sabía qué decirte, no quería asustarte.
"Te?..." Sonreíste amablemente mirando hacia arriba, buscando sus ojos, encontrando rastros de arrepentimiento y tristeza en esos mismos ojos azules que te hacían sonrojar.
"Te" respondió Tom mientras preparaba una taza para cada uno.
No querías que él no dijese nada de lo que no esté preparado así que simplemente te dedicaste a contarle algunas anécdotas del edificio, haciéndolo reír mientras devoraba tus galletas como si no hubiera un mañana, y es que lo que no sabías es que hace tanto no probaba comida hecha en casa, hace tanto no reía a gusto, extrañaba esa sensación de calma en compañía de alguien, cualquiera siquiera. La tarde se pasó volando, entre anécdotas y chistes no notaron que ya iban por la tercera taza de té y que las galletas ya eran solo un recuerdo.
"Tu esposa debe de estar preocupada" saltaste mientras mirabas tu reloj que marcaban las 10 de la noche.
"No creo..." Murmuró con un poco de amargura, lo miraste buscando explicación "debe estar con algún joven en la cama..." se le escapó mientras exhalaba mirando hacia el techo. Anillo! Te acordaste y miraste a ambas manos, ¡no había anillo! Tu corazón se olvidó como palpitar y de repente comenzó a palpitar más fuerte de lo normal.
"Era mi prometida...." Rompió el silencio y mirándote fijamente, sus ojos cristalinos llenos de tristeza. "... Me abandonó porque dice que no soy lo suficientemente buena para ella". No podías creerlo, alguien tan guapo y dulce siendo ignorado, dejado de lado, negaste con la cabeza, tus cejas fruncidas y un enojo que apareció de la nada que no te lo esperabas.
"QUE NO SOS SUFICIENTE?, PERO MIRATE!" gritaste como queriendo deshacerse del enojo, intentaste modular pero el enojo te había ganado, lo cual hizo que Tom te mire aún más, mientras caminabas en vueltas murmurando tan bajo que tuvo que pararse a tu lado para poder entenderte, paraste en seco al notar su figura tan cerca, sintiendo como su mano se resguardaba en tu cintura, no te animaste a mirarlo, no podías, te diste cuenta del berrinche que habías hecho, tus mejillas ardiendo, color carmesí.
"Lo lamento..." Susurraste mientras Tom sonreía, acaso su vecina no solo trajo galletas, y curó su herida si no que también le dió motivos para sonreír, Tom ya no sabía qué sentir.
"No te preocupes" susurro a tu oído guiándote con su mano hacia él, podías sentir su aroma, una mezcla de perfume y olor corporal que te llevó a cerrar los ojos, su corazón palpitando suavemente, podías sentir su calor, querías quedarte ahí para siempre, derretirte en sus brazos, pero no podías, no querías hacer el ridículo, estabas a punto de moverte cuando volvió a susurrar, esta vez con cariño, su voz dulce llegando hasta lo más profundo de tu ser.
"Gracias... por todo" se apartó para mirarla, su mano no se movió, seguía teniéndola sujeta a él mientras la otra recorría tu mejilla acariciando suavemente.
¿Estás mejor?" Te pregunto mientras seguías en un trance eterno, una pequeña risa salió de sus labios mientras daba un paso atrás, dejándote libre.
"Mereces tanto..." Jurabas que los latidos de tu corazón podían escucharse en toda la habitación "ella no" tu voz se tornó una vez más áspera mientras enterrabas tu cara entre tus manos. Ese hombre logró hacerte sentir tanto con tan poco y sin saber lograste el mismo efecto.
Avergonzada por todo lo que acababa de pasar saliste corriendo, dejaste abierta su puerta pero la tuya la cerraste de un portazo. Te tiraste a la cama y comenzaste a llorar, como nunca antes en tu vida, deseas que el sea feliz, maldecias a la chica que había roto su corazón y jurabas que el nunca te miraría con esos ojos, de amor, de ternura, abriste la botella de licor y te la tomaste imaginándote como ella lo dejaba, como él sufría, revivias los momentos dónde sus ojos se aguaban y maldecias mientras las paredes daban vueltas, cuando menos te diste cuenta, perdiste el conocimiento, quedando dormida en un sueño profundo.
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Eres todo lo que quiero y necesito
De TodoT/N es una programadora a la cual le gusta vivir sola, sin que le molesten. Lleva una vida tranquila hasta que alguien se muda al lado de su departamento. Tom es un profesor de inglés quien está a punto de divorciarse, lleva una vida bastante solita...