Capítulo 15.

247K 16K 2K
                                    

—Mamá, Alex me va a ayudar con las matemáticas —digo lo más natural posible para que no sepa que estoy nerviosa—. Esto... ¿Te parece bien?

Mi madre me mira sorprendida. No le hizo gracia mi nota del examen pero desde luego no esperaba en absoluto que me fueran a dar clases.

—Claro que me parece bien, cariño —me sonríe agradablemente.

Le ayudo a quitar la mesa y friego los platos. No puedo dejar de pensar que dentro de un rato estaré en su casa repasando... Madre mía. ¿Quién me iba a decir a mí que ser una negada para las matemáticas me iba a alegrar tanto? Ayer me pasé toda la noche pensando en eso y hoy por la mañana igual... Creo que debería relajarme un poco.

—Entonces... El vecino y tú habéis hecho buenas migas, ¿eh? —me mira sonriente alzando una ceja.

—No sé a qué viene esto. Sólo me va a dar clases...

Mi madre suspira y me mira melancólica.

—Yo a tu edad también me enamoré de un chico algo mayor que yo —sonríe al recordarlo—. Paseábamos en moto, íbamos a la playa,... Estaba convencida de que sería el amor de mi vida. Había tanta química —su expresión cambia radicalmente—. Pero, un día, de repente, algo cambió. Ya nada era igual. Ya no éramos los mismos...

Me sonrojo al escuchar esa historia. Vaya, mi madre nunca me había contado los novios que tuvo antes de mi padre.

—Es una bonita historia pero... —murmuro— no es mi caso. Sólo me va a dar clases, mamá.

Ella me mira divertida.

—Está bien. Fingiré que me lo creo.

Se marcha de la cocina y yo sigo fregando los platos. Qué cabezota es... A eso tengo a quien salir.

Cuando termino me dirijo hacia mi cuarto y miro la hora en mi móvil. Son casi las 6. ¿Debería ir ya? Frunzo el ceño. Maldito Alex, ya me podría haber dicho una hora concreta. Bah, qué demonios. Cojo mi libro de matemáticas, una libreta, un bolígrafo y la calculadora. Antes de salir me peino en el baño hasta que me veo bien. Lista.

Llamar a su puerta siempre es una tarea que requiere mucha valentía. De todos modos, él me ha invitado esta vez así que allá voy.

Abre la puerta en seguida y me permite el paso. No puedo evitar fijarme que su camisa azulada le hace juego con los ojos y le hace ver aún más guapo si es posible.

—Pasa, Abbie.

A continuación cierra la puerta a mi espalda.

—Siéntate, por favor —me escruta con una amable sonrisa.

Así hago. Veo como él se va hacia la cocina y vuelve con una bandeja que deposita en la mesa de cristal frente al sofá donde estoy sentada.

—¿Y esto? —pregunto confundida.

—No sé tú pero creo que esta es la hora de la merienda —sonríe mirándome a los ojos y yo me derrito. ¿Por qué es tan extremadamente atractivo con todo lo que hace?

Se ha sentado junto a mí.

Echo un vistazo a la bandeja y hay dos tazas de chocolate caliente junto a un plato de galletas cookies. Mmm... Chocolate, galletas y Alex. ¡Paraíso!

—Vamos... Come —alcanza una galleta del plato y me la pone en la boca para que la muerda. Así hago. Está muy buena.

Acto seguido Alex le da un mordisco a esa misma galleta y me mira desafiante con una sexy mirada.

—Ésta me sabe mejor.

Hola, vecino... ¿Tienes sal?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora