Eleanor
Esto ya empezaba a ser extraño.
Justo después de que Albert abriera el frasco comencé a flotar. Intenté agarrarme de los muebles pero cuando tocaba algo hacía que esto flotara también.
—¡¿Que me está pasando?!
—¡Tranquila! ¡Solo tienes que relajarte! — Albert me tenía que gritar desde abajo porque la oficina era suficientemente alta como para que el no me alcanzara.
—¿¡Relajar mi mente!? ¡Estoy flotando por el amor de Dios!
— Corrección, estas volando—. Pero qué...
— ¿¡VOLANDO!? ¡AÚN PEOR! ¡COMO SIQUIERA ESO FUERA POSIBLE!
— Te repito, relaja tu mente y...— el estaba empezando a flotar también, pero de una manera más controlada, con la cabeza hacia arriba. No como yo, con el culo hacia arriba. — Podrás hacerlo de lo más bien.
Albert tomó mis manos en las suyas y me miró haciendo que me tranquilizara un poco y mis piernas bajaran un poco, haciendo que mi cabeza estuviera tocando un poco el techo, como él. Me ayudaba a bajar las cosas voladoras, también.
Cuando logramos bajar casi por completo me intentó explicar lo que pasaba. Sujetándome a una silla.Lo que me estaba pasando sucedía porque yo pertenecía a un mundo mágico secreto y que a los 15 supuestamente heredabas los poderes de uno de tus padres. En mi caso de los dos ya que, según él, era hija de la Reina y el Rey. ¿Reyes? Que primitivos.
— Imposible.
— Pero si te digo, yo soy su consejero y he estado ayudándolos, incluyéndote, a...
— No, mis padres están desaparecidos. ¡O eso es lo que me han estado diciendo desde que llegue aquí!
— Ese es una cosilla que tuvimos que arreglar porque solo nosotros dos debemos saber de este mundo mágico — Se rascó el cuello un poco nervioso y arrepentido.
— ¿Quién decidió todo esto?
— Tus padres. Más mejor dicho, tu madre. Ella fue la mente maestra.
— No me lo digas como si fuera algo bueno, Al. Porque no lo es. Me acabo de enterar que mis padres me abandonaron en un orfanato solo para... ¿Puedes repetirme para qué exactamente fue esto? — No estaba molesta, los entendía solo un poco, pero me frustraba que no me lo hubieran dicho. Hubiera esperado por último que me lo dijeran anticipado. Sin todos estos cambios drásticos extraños.
— Para que no fueras una niña mimada como las Reinas anteriores, excepto por tu madre. Ella quiere lo mejor para el pueblo y vio que como ella, que se había criado con sus tíos lejanos en un campo, lo mejor era alejarte de la riqueza y los caprichos.
—¿Y porqué a ella la mandaron al... campo?
— Porque no era la primogénita por lo que la creían irrelevante.
— Wow... ¿Y porque ahora...?
— Sus hermanos murieron en un asalto de los rebeldes —. Iba a seguir preguntando pero Albert levantó el dedo índice para que callara y me dijo— Ahora tómate esto. De un trago. Hará que tus poderes sean adquiridos más rápido. Te dolerá una pizca el estómago pero créeme, vale la pena. Solo existen de estas botellas para la realeza y el proceso general es muy doloroso sin eso.
La realeza... Será raro que sea de una realeza... Despúes de vivir tanto tiempo deseando un futuro distinto, se cumplió.
Hice lo que mi, ahora, consejero me dijo y la bebí de un sorbo. Al principio me dieron ganas de devolverlo pero fui fuerte y me la tragué. Sentí una pequeña puntada en mi barriga y que se expandió por todo mi cuerpo, pero no dolió, fue como una puntada con un alfiler sin punta.— Ahora ve a descansar, que esto baja el sueño e intenta no decírselo a nadie. Acuérdate, es secreto.
Oh, Dios. Odio los secretos.
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The Princess of Magic
Fantasy« — Necesitamos a una heredera Frederick. — Ya lo sé, Clarisse, es solo que... ¿Y si no sale como lo planeamos? — Yo nunca haría que algo fallara, soy la Reina de la Magia ¿Recuerdas? »