La leyenda del asesino.

Gajes del oficio.

-¿Cuál es la mejor forma de matar a alguien?.

-Cortarle el cuello.

-No... Esa es una de las más fáciles, lo que quiero saber es ¿Cuál es la mejor?.

-"....."

-Su espíritu, Charles, matar su espíritu es la mejor manera de asesinar a alguien. Cuando le has arrebatado todo lo que tenía por qué vivir entonces no es más que un caparazón vacío que caga y come.

-¿Pero eso en que me ayuda? Mi trabajo es matar su cuerpo, evitar que siga respirando y hablando o metiéndo su narices dónde no debe.

-Esa es precisamente la razón por la que estás aquí Charles, la razón por la que tu jefe te ha enviado de nueva cuenta a mí... Tú no has abrazado por completo tu nueva naturaleza, te aferras a un primitivo sentimiento de humanidad que no entiendes pero que aún así no estás dispuesto a violar.

-Yo no lo entiendo madame.

-Tu jefe pretende ser en el futuro una cara pública ante la sociedad ¿Sabías eso?.

-Creo que lo escuché alguna vez.

-El pretende que su negocio esté al margen de la ley y poder disfrutar de su dinero sucio como si hubiera sido legal. Espera poder comprar una mansión a un lado de dónde viven las estrellas y viajar en cruceros con empresarios y políticos. Ansía poder viajar por el mundo sin que sus aéreonaves privadas sean sometidas a revisión por parte de cualquier unidad de la ley.

-El señor Sarib pretende muchas cosas pero no entiendo que tiene que ver conmigo.

-Ah!! Tiene mucho que ver Charles, verás, a tu jefe le es o le será muy molesto en el futuro una investigación por tantos asesinatos contra sus rivales. Pero sobre todo, le resulta sumamente inconveniente que muchos de los hijos y esposas de esos mismos rivales sigan con vida para testificar en su contra, para pelear en su contra.

-Yo no mató por diversión madame y sobre todo no mato mujeres ni niños, eso se lo deje muy claro al señor Sarib cuando me reclutó... Si las políticas del grupo han cambiado estoy listo para afrontar mi juicio cuando así se me requiera.

-No te precipites Charles, eres demasiado valioso y talentoso para disponer de tí. Tu jefe entiende tu razonamiento y por eso me ha pedido que te enseñe otra manera de...cumplir tus objetivos. No será fácil y no será limpio pero dada tu insistencia no tengo más remedio que enseñarte la peor escalada de crueldad cruda y burda de la que puede ser capaz la humanidad.

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En un amplio comedor dispuestos a lo largo de la mesa atados a las sillas estaban sentados contra su voluntad 10 hombres de entre 18 y 50 años. Todos tenían bozales que les impedian expresar cualquier sonido fuera de nerviosos gemidos.

Mi maestro, Radu Mihail, me tomó de la mano y me guío por todo el largo de la mesa hasta el asiento de honor. Una vez que me depositó en el aplaudió dos veces y dos hombres increíblemente corpulentos entraron empujando por delante una camilla con ruedas como las que usan las ambulancias para transportar a los heridos.

-¡Señores!. Exclamó con entusiasmo mi maestro. -Bienvenidos a mi banquete de honor. Sé que muchos de ustedes no me conocen pero por el momento es suficiente que sepan que he sido contratado por el señor Sarib para llegar a un acuerdo de negocios.

La incredulidad y la tensión empezó a aumentar en el salón y supe que si esos hombres hubieran estado libres de sus ataduras se abrían arrojado sobre mi maestro y lo habrían destrozado como leones a una presa caída.