Buenos padres

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Levi y Erwin se comprometieron a una reunión importante, sin distracciones o algo parecido, pues hablarían seriamente sobre dar el siguiente paso, ser padres.

Analizaron su relación de pies a cabeza, los pros y los contras de cada uno y de la desición que estaba en juego y lo asimilaron, aceptando que, sin duda, estaban listos.

Así que de un día para otro, ya estaban en una casa hogar para animales.

Erwin dejo claro que el no deseaba comprar quería adoptar, porque esta criatura que pronto formaría parte de su vida no era una cosa era familia, su familia, por lo que Levi había encontrado el lugar perfecto en internet, una casa hogar de animales donde encontrarían casi toda clase. 

Ambos ya tenían una idea de lo que querían. Erwin adoraba a los resptiles pero no sé arriesgaría a tener un hijo al cual tendría la obligación de alimentar con otros animales y Levi no quería uno que fuera más intimidante o rápido que él, ya era un hombre treinton y lo único que lo haría batallar sería su trabajo.

Al final se decidieron por una tortuga.

Aunque antes de ir a adoptarla, primero adaptaría su hogar para ella.

Trabajaron juntos y sin descanso para tener un estanque listo en el patio de su casa, adornando con piedras lindas y arena, asegurándose de tener como vaciarlo para poder cambiar el agua cuando estuviera muy sucia. Incluso tuvieron que cubrir el techo para que ninguna tormenta o un sol muy fuerte fuera a molestarla. Claro que ya no tenía lugar donde tender su ropa cuando lavaran así que terminaron comprando una secadora.

Pero ya estaba todo listo para tenerla en casa.

Se habían llevado a una hembra y al principio era muy tímida, se la pasaba casi todo el día en su estanque aun si ellos le habían hecho una salida fácil para que pudiera salir y entrar cuando quiera. Con el tiempo la pequeña tortuga fue agarrando más confianza y empezaba a caminar por toda la casa, eso hizo lo suficientemente felices a Erwin y Levi para que la subieran a la mesa y comiera los tres juntos, alimentandola con pura comida orgánica tal y como había recomendado el veterinario.

Levi le puso de nombre Kida porque Atlantis era una de sus películas favoritas y para él esa tortuga era como su princesa.

La pequeña Kida se la pasaba siguiendo a Erwin ya que era quien más le consentía, él a veces estaba encerrado en la pequeña oficina que tenía en su casa y la tortuga entraba por la entrada para mascotas que le habían instalado a cada puerta de cada habitación (menos a la de la salida, claro) para buscarlo, siendo bien recibida por una sonrisa de Erwin.

—Hola bonita ¿ya tienes hambre?- Kida alzaba su cabeza y Erwin la acariciaba con un dedo.

Levi se encargaba de tener la comida correcta para Kida, la mayoría eran verduras frescas, a veces ella no podía tragarlas porque eran muy grande y Levi se aseguraba de partirlas más pequeñas para que pudiera comerlas. También se encargaba de su baño y a Kida le encanta la hora del baño, porque Levi era extremadamente cuidadoso y hacia que todo fuera satisfactorio para ella.

—Kida, ven, es hora de bañarte- Levi le llamaba y Kida no tardaba ni un segundo para correr a la tina que le tenía preparada, con una tabla que usaba como escalera para que ella pudiera trepar y lanzarse al agua.

Por las noches, Erwin le leía uno de sus libros favoritos sentado junto a su estanque hasta que se durmiera y Levi le miraba desde el marco de la puerta. Ambos le deseaban dulces sueños y cerraban cuidadosamente la puerta para no hacer ruido. Pero a veces Kida no quería dormir, y solía salirse de su estanque y cruzar esa puerta por la entrada de mascotas, ella iba directo al cuarto de Levi y Erwin que bien sabía dónde estaba y a veces los encontraba haciendo cosas indebidas, para adultos, apareandose, y al ser descubiertos se avergonzaba y le pedían disculpas a su pequeña. Cómo ya era muy seguido que hiciera eso, le tenían listo una pequeña pecera dónde en algunas ocasiones dormía.

Kida también solía ser una tortuga muy traviesa. Ella sabía que no podía salir a la calle y a la más mínima oportunidad que la puerta estaba abierta ella corría hacia afuera, Levi muchas veces no lo notaba porque iba apurado de salida para el trabajo o con un gran bote de basura, pero al ver a su princesa en la banqueta este la regañaba por ser tan inconciente aunque a los cinco segundos terminaba por pedirle perdón, así discretamente y no tan lamentable, para que le quedará claro a Kida que ella "no había ganado".

Otros días salían de campo, no querían tener a Kida todo el tiempo encerrada así que creyeron que esa sería una buena actividad que podían compartir los tres. Ponían un tapete sobre el pasto y en una canasta llevaban comida para ellos y para Kida, con una pecera extra y una botella de agua por si quería dar un buen chapuson. Erwin y Levi cuidaban que su pequeña no fuera muy lejos a la hora de correr, ya que niños y perros también estaba alrededor, pero ella igual siempre se mantenía serca.

—Se ve muy linda jugando- hablo Erwin, acostado sobre las piernas de Levi, mientras él leía un libro —¿No te dan ganas de tener otro?

Levi quito la vista de su libro para mirarlo.

—Pero que dices, apenas si podemos con ella- Erwin soltó una risa por su comentario, viendo directo a los ojos de su novio.

—No es tan difícil, anda- súplica, alzando una de sus manos para acariciar su cachete —al menos piénsalo.

Levi rueda los ojos y suelta un "está bien" para poder regresar su atención al libro, pero Erwin le empuja de su nuca hacía delante para poder acercarse y plantarle un beso, y por desgracia no completa la misión porque Levi alzo un poco la mirada y observo que la pequeña Kida estaba entrando a la zona de peligro y el peligro eran niños corriendo, se paró rápido como una bala yendo a rescatarla, dejando caer abruptamente a su novio y su libro. Erwin se sobo la cabeza viendo con una sonrisa divertida a su pelinegro regañando a los niños de tener más cuidado.

—Sí, sin duda vamos a tener otro.

Eruri Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora