Una semana después del atroz accidente que sufrió Berenice con su informe sobre Roma, ha recuperado bastante, la ayuda de Lucio ha sido importante y la entusiasta periodista tiene suficiente para entregárselo a su jefe del periódico. Fue la mañana del lunes 08 de febrero, cuando varios golpes a la puerta de la habitación despertaban a Bere, - ¡buenos días, buenos días! – se escuchaba gritar a doña Celestina.
Berenice se levanta y abre la puerta - ¿Qué sucede?, ¿porque tanto apuro? –
- Ahí algo esperándole abajo y le han dejado esta carta. –
Luego de tomar el baño y arreglarse, lee la carta que doña Celestina le dio:
- Hola hija, espero que estés bien, aquí todos estamos bien, tu madre aun no supera que te hayas ido, pero poco a poco. Tus hermanos te mandan saludos. Tu tía espera todavía a que seas mama. Yo aún no... desearía que estuvieras aquí con nosotros pero sé que lo que quieres es triunfar y aquí en Venecia no lo ibas a lograr. Un fuerte abrazo y miles de besos. Te amamos y feliz cumpleaños. –
En el tierno rostro de Berenice se posaban lágrimas, eran tanto de tristeza como de alegría. Era increíble como ya cumplía 24 años, ni ella lo recordaba. Bajando por las escaleras no había el peculiar olor de café, sino un rico olor a chocolate caliente y torta de pan con leche. En la sala estaba Claudia y Estacio y junto a ellos sus nietos, que apenas la vieron corrieron a darle un abrazo.
- Feliz cumpleaños – decía Claudia, mientras Estacio le llevaba una rosa.
- ¡Muchas gracias por esto!, es muy bonito el detalle – mirando a su alrededor otros ramos de flores.
- ¿Lo dices por los hermosos arreglos?– pregunto Claudia.
- Si, están bonitas todas las flores – acercándose a un ramo y oliendo su aroma.
Entra doña Celestina con las tazas de chocolate y le dice a Bere que esos ramos no son de ninguno de la posada, que han llegado en la mañana y que no han dejado recado alguno. Lo único que había era una tarjeta con una invitación a un restaurante 5 estrellas.
- Recuerdo la primera vez que Estacio me invito a cenar – decía Claudia
- ¿abuela y también fue en un restaurante carísimo? – preguntaba Ernesto, el mayor de los niños.
- En aquel entonces no habían tales restaurantes, eran tabernas cualesquiera, pero tu abuelo se lucio de una manera única. Me invito a comer en la cima del Coliseo, todavía no sé, cómo este viejo logro tal cosa. – decía mientras acariciaba las manos de su eterno esposo.
- ¿de verdad hiso eso el señor Estacio? - pregunto sorprendida Berenice.
- Claro que si lo hice – interrumpió el anciano – cuando conocí a Claudia le prometí llevarla lo más cerca de las estrellas y ese es el lugar más alto que se me ocurrió. tenía a un conocido, un viejo amigo trabajando en el mantenimiento del lugar y me ayudo, aunque después me entere que se metió en problemas por mi culpa. – dándole un beso en la frente a Claudia.
- Esto debe ser algo del trabajo, seguramente mi jefe organizó algo para mí. – decía Berenice segura de que así fuese.
Luego de tomarse el chocolate, doña Celestina trajo las velas, apago las luces y comenzó con el canto de cumpleaños. En el momento del deseo Claudia le dice a Berenice que lo piense bien, porque algunas veces estos deseos se vuelven realidad.
- Deseo que... -
- ¡No lo digas niña! – decía Celestina, tapándole la boca con las manos. – no ves que es secreto. –
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Un Amor en Roma
RomanceLa disputa entre un joven español y un experimentado Italiano por el amor de una hermosa Veneciana