No encuentro otra palabra mejor para describir mis sentimientos en esta fría madrugada.
Odio. Odio. Odio...
Estoy sola
Estoy triste.
Estoy harta...
de todo, de todos
de ti
Este sentimiento hace a mi alma agonizar; mientras tú, con tu petulante andar, me restriegas tu indiferencia sin más. Pero me confundes a veces, me escribes de forma repentina e innecesaria para luego regresar a la programación habitual, en la cual ignorarme te cuesta nada.
¿A caso tú también piensas en mí durante las noches? ¿Me extrañas? ¿Será posible que tu corazón se acelere al ver una notificación mía? ¿Será posible que me ames aún?
No. No. No. NO. Nada de eso es real. Si yo te importara me preguntarías cómo estoy, cómo me va, si yo te importa te hubieras quedado conmigo...
No te importa lo que siento y mucho menos lo que pienso.
Para ti, no soy...
N
A
D
I
E
A pesar del tiempo, aún te busco incesante en mis sueños, en mis ilusiones y hasta en mis deseos. Porque hoy no soy más que un alma melancólica que vaga en sus memorias con el único deseo de regresar a ellas, buscando desesperada la forma de escapar de esta encriptada realidad que le muestra crudamente el rechazo de su amado.
Cada mensaje cortante que recibo de ti es una herida más en mi destrozado corazón que a duras penas tiene forma, pues lleva meses siendo oprimido, torturado y retorcido ante cada uno de nuestros sublimes recuerdos. Me cuestiono constantemente si debería seguir escribiéndote para cosas tan banales...
Debo admitirlo. Cada mensaje ha sido un intento desesperado de mantener contacto contigo. Así como alguna vez te llamé casi a diario con una simple y hasta innecesaria interrogante: ¿Cómo estás?
Aún recuerdo el desencanto de tus respuestas, frías y mecánicas, acompañadas de excusas para colgarme. Yo solo deseaba escuchar tu voz una vez más y mantenía la ilusión de que quizá con ello pudiera tener valor suficiente para rogarte que te quedes a mi lado. Porque eso es todo lo que he querido (y quiero). Lastimosamente, incluso si ello hubiese ocurrido, sé que no hubieras aceptado. Ya conocías a la señorita nada y me atrevo a afirmar que salían juntos, espero que hayas disfrutados sus vacaciones, las mías fueron una putada.
Lo peor de esta asfixiante situación es que creo necesitar comunicarme contigo, incluso si es algo breve o trivial, lo cual me hace inmensamente desdichada; ya que no me atrevo si quiera a averiguar por mi cuenta si realmente eso es cierto. De algún modo, una parte de mí trata de ser honesta aún y admite mis ilusiones de una vida juntos... "¡Qué imbécil!" dirías tú.
"¡Qué imbécil!" murmuraste sentado a mi lado aquella vez cuando me dijiste adiós. Aún recuerdo ese día, creo que nunca había llorado tanto, aquel inefable día me atormentó por semanas. Yo traté de ordenar cada una de tus acciones para armar la escena con tus "verdaderas intenciones", aquellas que "no querías mostrarme", como si de un rompecabezas se tratase. Sin embargo, no había nada que descifrar, sino mucho que aceptar.
Tú no me querías más y yo te aún amo sin duda.

ESTÁS LEYENDO
Diario de un idilio de verano
Romance"Ya pasé página" es lo que diré cuando me pregunten por ti, es lo que me repito cada vez que deseo escribirte. Te conocí en primavera, nos enamoramos... Yo me enamoré. Nuestro amor era como una llama refulgente en el verano, pero en algún momento de...