Otoño

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Recuerdo aquella noche en la que no pude hallar consuelo en ti, en tu voz, en tus fotos, en tu aroma, en tu ropa, ni en nuestras memorias...

Recuerdo estar desconsolada a medianoche, suplicando al vacío que me diera respuestas, que hubiera alguna señal de qué hacer con todo esto. Te amaba, era lo único claro para mí, pero las discusiones dolían cada vez más, los ataques de ansiedad eran más constantes al igual que las peleas. Me sentía agotada, estaba dando todo lo que podía y aún así no podía evitar sentirme insuficiente para alguien tan demandante como tú. 

En silencio dos almas expectantes de un desenlace, labios sellados y tanto que comunicar. Un espiral destructivo de pensamientos abruptos.

Ninguno dijo algo hasta explotar, pero ¿volverías a explotar conmigo?

Aún duele recordar mis sueños junto a los tuyos, tu voz cantándome y contándome sobre nuestra vida juntos.

Ya no tengo tu mirada sobre mis ojos cafés, ni tus manos alrededor de mi cuerpo. No tenemos nada, pero aún siento todo.

Diario de un idilio de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora