mi señora

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soy reina de un gran castillo, heredado por mi madre, quien lo heredo a mi padre y después de morir me lo heredaron a mi, mi madre jamás pudo tener hijos después de mi, fui hija única, después de todo no fue tan mala mi vida, tuve una infancia feliz, tuve desde pequeña muy buenos amigos, los cuales me siguen acompañando hasta el día de hoy.

Nunca fui alguien que se interesara mucho en las relaciones afectuosas, ni en nada romántico todo cambio cuando mi mejor dama, quien me crio desde pequeña cuando mis padres no estaban, me dijo que si no conseguía pareja, cuando muriera el reino se iría a la ruina, lo pensé bien y me entro la idea de que no estaría del todo mal, mi dama tenia razón, tenia que hacer algo lo más rápido posible.

Hace 3 años me encontré comprando telas de distintos colores para mis deseadas de vestimenta, nunca me a gustado que ellas las compren, no tienen buen gusto para la tela. Mientras comparaba escuche como los guardias del castillo gritaban "atrápenla!" "¡Alto ahí!" me asuste, pues era un escandalo, cuando me asome vi como unos guardias sostenían de los brazos a una mujer de tes blanca, era muy linda sinceramente, la cual esta jaloneaba para que la dejaran ir, me acerque a ellos muy intrigada y enojada, ya que no permito que traten de esa forma a las personas del reino.

-que esta pasando aquí ?, ¿que están haciendo ?, ¿que les eh dicho? eh ?? -dije mirando a los dos guardias muy enojada-.

- mi señora -dijo uno de los guardias mientras hacia reverencia- lo sentimos, sentimos el escandalo, lo que pasa es que vimos a esta chiquilla robarse una joya del herrero Kim.

-yo no hice nada suéltenme! -la chica forcejeaba para que la dejaran ir-.

-¿como te llamas? -le pregunte-.

-me llamo Rose, mi señora, no hice nada para merecer esto, solo iba caminando y estos locos me tomaran de los brazos diciéndome que yo robe la joya, pero no es verdad, yo no lo hice, tiene que creerme mi señora! -dijo la chica ya casi por llorar-.

-te creo Rose, tranquila, muéstrame lo que tienes en tu bolsa -dije mientras apuntaba su bolsa de tela-.

la chica me entregó su bolsa, la mire, para mi sorpresa, solo llevaba unos trozos de pan viejo, me dolió ver la situación de la chica, ella me miraba muy apenada.

-siento que haiga visto eso mi señora, pero, últimamente no eh tenido para comer y no eh pudo encontrar trabajo, duras penas me regalan el pan -la chica miro hacia el suelo demasiado apenada-.

-no importa, ya no más, suéltenla -dije mirando a los guardias- estas contratada, seras mi sirvienta, solo servirás para mi, no para nadie más, solo para mi, empiezas hoy, espero sepas cocer porque te sera útil -le dije con una gran sonrisa- llévenla al castillo, la hospedaran en mi habitación, pónganle una cama nueva y sabanas limpias, por ultimo, denle un baño.

-mi señora, se lo agradezco, mucho -me dijo la chica muy feliz-.

aún en ese momento ni siquiera supe el porque estaba siendo tan amable con aquella chica talvez porque se veía para mis ojos muy amable y pura de corazón, para los demás era solo una chica vaga, sin familia y mala, mi madre me enseño a nunca juzgar antes de cocer a la persona y haci fue. El tiempo voló, ella comenzó a trabajar para mi, poco a poco la fui conociendo más, supe demasiadas cosas sobre ella más de las que imaginaba, sus padres murieron asesinados, ella se quedó solo tenia 7 años, vivió por su cuenta desde muy pequeña, me sentí mal al a ver escuchado eso, ahora yo solo era una niña a la que le cumplían sus caprichos, una niña riquilla, me sentí despreciable comparada con ella, poco a poco ella fue conociendome más.

Con ella se me olvidaban todos mis problemas, se me olvido que debía buscar una pareja, mi dama sabia lo que pasaba, lo que sintió y me apoyaba, decidí que no quería un hombre como pareja, le dije cuanto le amaba a Rose y ella me acepto. 

llevamos 3 años y medio casadas y no me arrepiento de a verla salvado del calabozo, en realidad la amo.

Autora: Romina Rodriguez







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