Capítulo 5

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Lía

Si muriera joven.

¿Qué pasaría si muriera o si desapareciera y jamás volviera a ver a mi familia, amigos y seres amados?

La verdad a veces me pongo a pensar si de verdad tengo un propósito en esta vida o si tiene algún sentido seguir viviéndola, me arrepiento de esos pensamientos al imaginar a mi mamá, con un vestido negro cubriendo su cuerpo y lágrimas cayendo y humedeciendo su rostro, no sé porque, pero siempre imagino que sería un día lluvioso, con un cielo muy nublado.

Hoy es un día gris, el cielo esta nublado, oscuro y la neblina acaricia las tumbas, el suelo y los pies de los presentes. La madre de Tomy se encuentra desconsolada y yo me siento más culpable que la semana pasada, así es ha pasado una semana y este es un día de luto.

El ataúd de aquel dulce niño viene pasando, su madre por un costado derramando lagrimas sin cesar, rosas blancas adornan el lugar, dando un resplandor de paz y esperanza como la sonrisa de Tomy lo era para su madre. Una ola de tristeza y pesadez se siente al saber que todos estamos aquí por un acto terrible que yo imaginaba, pero rogaba por que no se cumpliera.

La dulce sonrisa que aquel pequeño me regalo las pocas veces que hablamos le fue arrebatada.

Querido Tomy, yo sé que fuiste asesinado a sangre fría, mi tío no quiso decirme más del caso, pero créeme que encontraran al culpable y si yo puedo ayudar lo hare.

Ay Tomy eras tan joven no tuve el placer de conocerte muy bien, pero eras adorable y muy amable.

Es increíble, hermoso y aterrador cómo puede un suceso tan lamentable, como la muerte de alguien, unir a tantas personas. Unos estamos aquí porque queremos, otros porque es una obligación moral o porque solo quieren asistir por morbo, pero la razón de porque cada quien asistió no importa, lo importante es aquella caja de madera, lustrada y de muy buena apariencia que en su interior lleva a un niño que no merecía eso.

Al momento en el que el padre termino de decir su discurso, la madre de Tomy se posiciono frente a nosotros y frente a su hijo.

—Gracias a todos por asistir a esta... esta despedida, Tomy era un niño muy alegre, amable y siempre, sin importar lo mal que se sentía por dentro, mostraba una sonrisa a todo aquel que se atravesara en su camino.— al parecer la señora quería seguir hablando, pero no tardó mucho en desmoronarse y llorar a un costado de la tumba de su hijo.

—Hijo, mi amor, mi bebe.... ¿Por qué? ¿Por qué tu cielo?, ¡no puedes irte!

Las lagrimas no paran de correr por mis mejillas, la culpa y el remordimiento me carcomen, sé que suena estúpido el hecho de que estoy llorando como si de mi ser más querido se tratase, pero yo lo vi, él estuvo junto a mí, yo soy de las últimas personas en verlo.

Yo no soy una persona religiosa pero aun así asistí a la misa que se organizó en su honor con cuerpo presente, mi familia y yo asistimos por respeto y mi madre insistió ya que resulta que conoce a la madre de Tomy e incluso me acabo de enterar que es mi madrina y mi madre quería estar con ella.

Yo, yo solo quiero que esto sea irreal, que mañana me tope con él por el pasillo y como siempre me regale una bella, inocente y sincera sonrisa, pero sé que esto no pasará.

Lara acaba de abrir el ataud, algo que me causa algo de conflicto, ya que la madre de Tomy, Lara, se encuentra llorando apoyada en el ataúd y mi madre quiere ir hacia ella y por supuesto yo debo acompañarla. Yo no quiero ver su cuerpo vacío y putrefacto, yo quiero quedarme con la imagen de aquel alegre niño.

Llegamos a Lara, que lloraba como si su mundo le hubiese sido arrebatado y lamentablemente así fue.

—Lara— llama mi madre con un tono cauteloso.

El precio del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora