ii.

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Estaba frente al gran espejo de mi habitación, acomodándome la corbata y recordando los pasos que mi madre me había hecho aprender para el Yule Ball de cuarto año.

Nada había cambiado en mi desde hace un mes. Era yo, demacrado y débil, creo que ya me había acostumbrado a esa sensación.

Mi padre pasaría por mi para llevarme a algún lugar, según él necesitaba salir y olvidar estos aires que me envolvían.

No estaba seguro de que los buenos modales y la elegancia, con lo que mi padre me había pedido ese día, me ayudarán con todo esto, no cuando Draco portaba una elegancia natural.

La imagen de Draco en mi mente se disolvió cuando mi puerta se abrió.

Mi hermano entró en ella, calmado, y cerró la puerta tras el.

—¡Hades!—exclamé sin alzar mucho la voz, el me miró—¿Por qué no tocas la puerta?

Él se encogió de hombros—. No le vi necesidad.

—Entonces, ¿por qué tocas la puerta en la noche?

—No lo se, quizás de noche estarías haciendo cosas a secreto de los demás, dado que ya todos están durmiendo, sin embargo de día sería demasiado sospechoso.

Nunca lo había dicho en voz alta, pero amaba como Hades tomaba cualquier posibilidad, incluso las cosas menos probables, para sacar una conclusión que diera resultado a sus acciones.

No le respondí, no había necesidad de contradecir a Hades.

Voltee mi mirada de nuevo al espejo, mientras tomaba mi saco y por el reflejo veía cómo Hades se sentaba al borde de mi cama y comenzaba a mirarme.

Comencé a abrochar botón por botón hasta que la voz de Hades sonó.

—Estas mal.

Yo lo miré—. ¿De qué hablas? Mi corbata está bien, y mi saco también, mi pelo sería un problema, pero sabes que jamás se ha podido arreg-

—No—interrumpió—. Tú estás mal—haciendo señas con sus manos señalándose a sí mismo de forma torpe, continuó—, en tu persona, tu estás mal.

Y entendí el porqué Hades estuvo apunto de ser seleccionado en Ravenclaw.

—Sí, sí lo estoy—admití asintiendo.

—¿Quieres hablarlo?

Yo solo negué con la cabeza y a mis espaldas escuché un suspiro.

—Menos mal—Hades dijo—. No sabría qué decirte, solo te vería y asentiría con la cabeza. Así—el comenzó a mover la cabeza de forma lenta y exagerada.

Solté una risa. La primera risa que soltaba desde hace mucho tiempo.

—Harry—volvió a hablar. Yo hice una seña para que continuara—. Prométeme que vas a volver.

Yo lo miré extrañado, con el ceño fruncido—. Tranquilo, Hades. Iré con papá, sabes que papá jamás me haría algo.

—No me preocupo por papá—me interrumpió—. Me preocupo por lo que tú hagas.

Me detuve y lo miré a los ojos, claro que fue por muy poco tiempo, pues rápidamente desvió la mirada.

—Tranquilo, no pasará nada. No haré nada.

Hades asintió poco convencido, pero no decidí hablarlo.—En fin, ¿para que venías en primer lugar?

—¡Oh! Papá ya está aquí.

Mis ojos se abrieron como platos.

—¿Por qué no comenzaste con eso?—tomé mis cosas tan rápido sin fijarme en lo que metía dentro de mis bolsillos.

Remedio - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora