vii.

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Siempre había pensado que a pesar de la indiferencia que Hades le ponía a cada situación, siempre sabía más acerca que cualquier otro.

Creo que mis sospechas sólo incrementaron cuando, con el pasar de los días, Hades me preguntaba constantemente que había pasado en el evento de ministerio.

Donde sabía que algo había cambiado.

No desaprovechaba a preguntarlo cada vez que se tocaba el tema, o incluso cuando ni venía al caso.

Mis padres ya habían acordado hacer caso omiso a esto y darle a Hades otro tema de conversación con el cual pudieran entretenerlo por horas.

Esto era un procedimiento fácil para James y Lily, pero no para mi, porque yo odiaba tener que mentirle a mi hermano.

Así que mi salida más fácil era tener que huir por excusas tontas.

Y así tuve que mantenerme durante toda la semana hasta que el día más esperado por mi parte llegó, el 31 de julio.

Mis padres, Sirius, Remus y Hades me levantaron con una gran canción de Feliz Cumpleaños te Desea el Mago Merlin y un pastel muy sabroso, pero muy mal decorado.

Todos nos reunimos a desayunar entre risas y bromas, y al final Hades me dio otro pequeño pastel, pero que al intentar morderlo, este exploto salpicando completamente la mesa entera.

Hades, James y Sirius se echaron a reír y no pudieron parar incluso con las miradas reprochables de Remus y Lily.

Mamá estaba sumamente enojada, pero ni siquiera eso pararon los halagos de Sirius hacia Hades que decían «¡Así se hace, pequeño! James, estoy tan orgulloso de tu hijo, ni a mi se me hubiera ocurrido hacer algo así»


































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Después de que volviéramos a arreglarnos por culpa de aquella broma, todos salimos de casa como una manada.

A mamá se le había ocurrido la magnífica idea de ir al Callejón Diagon por el mundo muggle.

Ninguno se opuso realmente, a Sirius le encantaba ver todo tipo de objetos muggles y preguntarle a la gente extrañas preguntas acerca de bandas inglesas de rock.

Aunque Remus siempre intentaba aparentar que no lo conocía.

Y sin muchas prisas llegamos al caldero chorreante, donde todos comenzaron a cuchichear por nuestra llegada.

Ya era costumbre de que en cada lugar que estuviéramos todos nos miraban y hablaban de nosotros, así que logramos acostumbramos a eso.

Menos Hades, quien se seguía sintiendo incomodo por toda la situación.

Tuvimos que pasar rápido, sin detenernos a platicar con Tom, el dueño del lugar y llegamos a la parte trasera donde mi padre sacó su varita e hizo los debidos toques.

Los ladrillos se separaron y dieron una vista mágica.

Un estrecho callejón con miles de personas amontonadas entre diversas tiendas a los costados se presentaron ante mi vista.

Este siempre había sido uno de mis lugares favoritos, amaba ir a la heladería Florean Fortescue, donde el vendedor nunca desaprovechaba la oportunidad de darme helado gratis.

Remedio - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora